Análisis:

Crédito para crear empleo

La semana que concluye ha traído un nuevo mazazo, en forma de declaraciones públicas, para los que han perdido su empleo o nunca lo han tenido, y para los pequeños y medianos empresarios: el grifo del crédito seguirá cerrado en 2011. En eso han coincidido el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa; el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez; y los consejeros delegados de Santander y BBVA, Alfredo Sáenz y Ángel Cano. Y si ellos lo dicen, es seguro que no habrá financiación.

Todos ellos han justificado esta previsión en que España está excesivamente ende...

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La semana que concluye ha traído un nuevo mazazo, en forma de declaraciones públicas, para los que han perdido su empleo o nunca lo han tenido, y para los pequeños y medianos empresarios: el grifo del crédito seguirá cerrado en 2011. En eso han coincidido el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa; el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez; y los consejeros delegados de Santander y BBVA, Alfredo Sáenz y Ángel Cano. Y si ellos lo dicen, es seguro que no habrá financiación.

Todos ellos han justificado esta previsión en que España está excesivamente endeudada y que administraciones públicas, empresas y familias tienen que seguir "desapalancándose" (es decir, reduciendo sus deudas), antes de que bancos y cajas de ahorro vuelvan a dar créditos. El problema es que, aunque el planteamiento pueda tener sentido desde el punto de vista macroeconómico, si el grifo de la financiación sigue cerrado un año más y las administraciones públicas siguen recortando gastos es muy difícil que la economía crezca lo suficiente para crear empleo. Es urgente plantearse medidas para que vuelva el crédito a las empresas.

Es urgente tomar medidas para solucionar el grave problema de financiación de las empresas
Hay que seguir dando señales a los mercados de que seremos capaces de cumplir las obligaciones

"Un crecimiento suave o incluso una caída del crédito es lo adecuado para la economía española en datos agregados", afirmaba Campa. "No cabe esperar una recuperación significativa en los próximos meses por la debilidad de la economía, las dificultades en los mercados financieros y el proceso natural de reducción del endeudamiento de empresas y familias", señalaba el Banco de España. "La única salida de la crisis en España pasa por la reducción del crédito a empresas y familias", añadía Sáenz. "El crédito en España caerá en torno al 5% este año", remachaba Cano.

Para todos ellos, el endeudamiento español (público y privado, interno y externo) es excesivo y hay que atajarlo de forma drástica antes de plantearse cualquier otra medida. Tienen razón, en términos generales, porque hay que seguir dando señales a los mercados de que la situación está controlada y que seremos capaces de cumplir con nuestras obligaciones financieras. Solo la deuda exterior española se situó en 1,74 billones de euros (el 164% del PIB), lo que supone una levísima caída del 1,2% respecto al año anterior. De ese total, 760.000 millones corresponden a las entidades financieras, 440.000 millones a empresas y familias y 300.000 millones a las administraciones públicas. En solo cinco años (entre 2003 y 2008), casi se duplicó esa deuda externa, pasando de 900.000 millones a 1,67 billones de euros. Eran años de crecimiento económico, tipos de interés de bajos y dinero sin límite en los mercados internacionales. Y ahora estamos pagando las consecuencias.

Si a este marco general añadimos el proceso de reestructuración de las cajas de ahorros, el aumento de la morosidad bancaria, la depreciación de los inmuebles adjudicados por bancos y cajas de ahorros, la falta de liquidez y las nuevas normas de capital y solvencia implantadas para las entidades financieras es comprensible que bancos y cajas den créditos con cuentagotas y exijan cada vez más garantías reales a los prestatarios. Lo suelen explicar hablando de "demanda solvente de crédito".

El problema es que frente a esos planteamientos razonables del Gobierno, el regulador y las entidades financieras, nos encontramos con cientos de miles de pequeñas y medianas empresas que necesitan financiación para sobrevivir, y millones de personas que han perdido su empleo porque muchas de esas empresas han reducido sus plantillas o incluso han cerrado.

Esta semana, Joaquín Maudos, colaborador asiduo de este blog, publicaba un interesante artículo en el diario Cinco Días, que bajo el título de La pesadilla de la financiación bancaria, explicaba que las empresas españolas tienen más restricciones en el acceso al crédito bancario que las de otros países europeos y menos perspectivas de que la situación mejore a corto plazo, con una situación mucho peor para las pymes que para las grandes empresas. Los datos salen de la encuesta semestral del Banco Central Europeo sobre el acceso de las empresas europeas a la financiación.

Otro dato interesante lo ofrecía el Consejo Superior de Cámaras, que en su última encuesta trimestral señalaba que el 87% de las pymes españolas tiene serios problemas de acceso al crédito y que solo han conseguido renovar la financiación con un aumento significativo de las garantías reales. La encuesta dice también que el 71% de los proveedores de las administraciones públicas denuncia retrasos en el cobro, pero este es otro tema sobre el que dedicaremos un post en el futuro.

Ante esta situación, es urgente tomar medidas que solucionen el gravísimo problema de financiación de las empresas españolas. Hay que hacer algo ya. Si las entidades financieras manifiestan cautelas (¿miedo?) para dar créditos, habrá que buscar alternativas. De hecho, la razón expuesta por los gobiernos de todo el mundo (y el español en concreto, en palabras de su propio presidente, José Luis Rodríguez Zapatero) para utilizar dinero público para reflotar o recapitalizar las entidades financieras es asegurar que el crédito fluya a la economía. Si no, ¿cuáles son los objetivos últimos de la reestructuración y de los nuevos requerimientos de capital?

Seguro que a nuestros expertos se les ocurren posibles vías de actuación para contrarrestar el cierre del grifo del crédito convencional. Yo me atrevería a proponer un replanteamiento de los créditos del ICO que se lanzaron hace ya dos años, en colaboración con los principales bancos del país. Sería interesante que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) asumiera una mayor proporción del riesgo para la financiación de empresas y emprendedores, o que se abrieran nuevas líneas de financiación subvencionada. Si el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) va a aportar a cerca de 25.000 millones de euros para el saneamiento y capitalización de las cajas de ahorros, podría tener sentido que el Gobierno destinara una cantidad significativa a líneas de financiación a pymes.

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