FÚTBOL | 33ª jornada de Liga

Mestalla no saluda al campeón

Tres días después, regresaba el Madrid a Mestalla, escenario del primer título de Mourinho en España, de la conquista del club blanco de la Copa del Rey 18 años después. Y a los jugadores del Valencia les tocó, de manera deportiva, realizar el pertinente pasillo de homenaje al campeón. El simbólico gesto de cortesía tuvo unánime respuesta reprobatoria de la grada de Mestalla, que abucheó vehemente la salida al terreno de juego de los futbolistas del Madrid.

Faltaban un par de minutos para las seis de la tarde cuando el conjunto merengue saltó a la hierba. El campo estaba inusualmente va...

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Tres días después, regresaba el Madrid a Mestalla, escenario del primer título de Mourinho en España, de la conquista del club blanco de la Copa del Rey 18 años después. Y a los jugadores del Valencia les tocó, de manera deportiva, realizar el pertinente pasillo de homenaje al campeón. El simbólico gesto de cortesía tuvo unánime respuesta reprobatoria de la grada de Mestalla, que abucheó vehemente la salida al terreno de juego de los futbolistas del Madrid.

Faltaban un par de minutos para las seis de la tarde cuando el conjunto merengue saltó a la hierba. El campo estaba inusualmente vacío para un duelo que siempre resulta caliente y especial. Muchos aficionados llegaron a punto de dar comienzo el partido o poco después el pitido inicial. Fue en muchos casos un acto premeditado. A la parroquia valencianista le dolía ver cómo su equipo agasajaba al rival menos apreciado.

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Una vez comenzado el partido, rápidamente, Mestalla casi se llenó. Y antes de que finalizara el primer acto, los pitidos cambiaron de destinatario. Eran para el Valencia que estaba recibiendo una soberana paliza de los secundarios de lujo de Mourinho, que contó con tan solo dos jugadores (Casillas y Carvalho) de los que derrotaron al Barça.

Higuaín, Kaká y Benzema sacaron las vergüenzas del Valencia y de Unai Emery, al que le puede costar cara la derrota. Instalado el Valencia en un cómodo tercer puesto, la humillación sufrida puede reabrir el debate sobre su renovación.