Columna

Un mal dato

La economía gallega ha cerrado 2010 con un crecimiento de su renta (PIB) del 0,1%. España lo hizo con un leve decrecimiento (0,1%). Es verdad que Galicia se sitúa en territorio positivo y España en recesión. Pero la distancia es solo de dos décimas. Muy por debajo de lo esperado.

Hagamos memoria. Desde 2006 se produce algo inaudito en la historia de la Galicia autonómica: crecemos más que la media española de forma sistemática y significativa. En 2006, dos décimas; en 2007, cuatro décimas; en 2008, ocho décimas; y en 2009, seis décimas. En promedio, medio punto más al año. Un diferencia...

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La economía gallega ha cerrado 2010 con un crecimiento de su renta (PIB) del 0,1%. España lo hizo con un leve decrecimiento (0,1%). Es verdad que Galicia se sitúa en territorio positivo y España en recesión. Pero la distancia es solo de dos décimas. Muy por debajo de lo esperado.

Hagamos memoria. Desde 2006 se produce algo inaudito en la historia de la Galicia autonómica: crecemos más que la media española de forma sistemática y significativa. En 2006, dos décimas; en 2007, cuatro décimas; en 2008, ocho décimas; y en 2009, seis décimas. En promedio, medio punto más al año. Un diferencial a nuestro favor que genera más bienestar económico y nos permite converger con la media española en indicadores de desarrollo. Es verdad que en la calidad de vida no se puede medir con el PIB exclusivamente. Pero la realidad muestra que es un determinante fundamental de aquella, aunque solo sea por sus efectos sobre el empleo y los recursos que financian los servicios del Estado del bienestar.

Si a Zapatero le toca cargar con los costes de la crisis, la Xunta va a tener que hacer lo propio

Desde esta perspectiva, las dos décimas de 2010 son muy poca cosa. Porque suponen una caída importante respecto a los tres ejercicios anteriores y porque el año pasado celebramos el Xacobeo. Teniendo en cuenta las estimaciones disponibles sobre el efecto atribuible a éste, por encima de medio punto porcentual en el PIB, y el diferencial favorable del que se partía (+0,6% en 2009), el crecimiento de la economía gallega en 2010 debería haberse aproximado al 1%.

Así las cosas, hay tres posibles explicaciones: el Xacobeo ha tenido un efecto mucho más limitado de lo aguardado, los fundamentos de la economía han empeorado mucho en términos comparados, o las dos cosas a la vez. A expensas de que alguien haga esa evaluación ex post del impacto del Xacobeo, los datos para el último trimestre de 2010 y algunos indicadores disponibles para el mes de enero apuntan más bien a lo segundo. La economía gallega ya está creciendo menos que la española. Y tiene toda la pinta de que este resultado se confirmará en los trimestres venideros, si nada cambia.

Las preguntas se acumulan: ¿qué responsabilidad tiene el Gobierno autónomo en estos resultados? ¿Cuál será su consecuencia en términos electorales? ¿Qué se puede hacer para retornar rápidamente a un diferencial positivo a favor de Galicia? Sobre la primera cuestión, la verdad es que se suele exagerar la influencia que para bien o para mal tiene los Gobiernos en la marcha de la economía. Pero son los propios partidos, tanto cuando gobiernan como cuando hacen oposición, los primeros responsables de ello. Por tanto, si a Zapatero le toca ahora cargar con los costes de la crisis, la actual Xunta va a tener que hacer lo propio si se confirma que Galicia vuelve a rezagarse respecto a la media.

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En cuanto a la traducción en apoyos electorales, los estudios disponibles muestran que una cosa es la realidad y otra lo que perciben los ciudadanos, y que la credibilidad de la oposición es un factor fundamental para que un juicio negativo del Gobierno se traduzca en un cambio en la intención de voto. Además, es cierto que el voto económico es una parte relativamente pequeña del voto total. Pero también es verdad que en Galicia, la distancia entre Gobierno y oposición en número de escaños es mínima. Por tanto, la situación podría beneficiar en términos electorales a la oposición si superase sus carencias como alternativa.

Finalmente, sobre lo que se puede hacer, la realidad es que la Xunta tiene más capacidad para influir sobre las tendencias de crecimiento en el medio y largo plazo que sobre las cifras del próximo trimestre. Porque lo que tiene bajo su control son, sobre todo, políticas de oferta: I+D+i, formación, suelo industrial... A mi juicio, en el corto plazo lo más importante de su actuación se encuentra en las medidas a favor de la liquidez de las empresas y la internacionalización. Con la atonía que se observa en el mercado interno español, debemos buscar clientes fuera. Y pronto. Hay que intensificar la acción exterior a favor de nuestras empresas.

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