Reportaje:26ª jornada de Liga

Goles son amores

Villa regresa por vez primera como rival al escenario de sus éxitos, que le rendirá honores

La noche en que Raúl visitó con el Schalke al Valencia en la Champions, Mestalla se arrancó con un cántico tan pícaro como cargado de nostalgia: "¡Illa, illa, illa... Villa, maravilla!". Aunque el que fuera el 7 del Valencia, el actual 7 de España, no estuviera en el césped ni en la grada. "Se lo contamos y se emocionó. Aquí ha sido un dios. Y sigue siéndolo", dicen en el club valenciano. "Yo ya había vivido esto en el Bernabéu, en un partido del Madrid contra el Sporting en el que él tampoco estaba", cuenta Mata, paisano del asturiano, al que el valencianismo califica com...

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La noche en que Raúl visitó con el Schalke al Valencia en la Champions, Mestalla se arrancó con un cántico tan pícaro como cargado de nostalgia: "¡Illa, illa, illa... Villa, maravilla!". Aunque el que fuera el 7 del Valencia, el actual 7 de España, no estuviera en el césped ni en la grada. "Se lo contamos y se emocionó. Aquí ha sido un dios. Y sigue siéndolo", dicen en el club valenciano. "Yo ya había vivido esto en el Bernabéu, en un partido del Madrid contra el Sporting en el que él tampoco estaba", cuenta Mata, paisano del asturiano, al que el valencianismo califica como "nuestro mejor delantero desde Kempes".

Villa vuelve hoy a Mestalla. Lucirá el 7. Pero con el Barcelona. Aun así, será recibido con honores. Tras cinco años y 151 goles de todas las formas y colores, se le adora. Su salida, tan elegante, tiene la culpa. El Valencia, cuya deuda es todavía superior a los 400 millones de euros, le dejó ir definitivamente el verano pasado. "Presi, ¿estás seguro de que podemos sacar 40 millones", le decía a Manuel Llorente cuando negociaba su traspaso. Así es Villa. No conoce la arrogancia. "Puedo garantizar que no se marchó por dinero. Tenía suficiente con lo que cobraba aquí", añade Javier Gómez, el primero que quiso venderlo, en 2009, cuando las deudas ahogaban su gestión recién nombrado presidente en funciones.

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"Si ha dejado huella es porque es una persona adorable", interviene Joaquín, compañero de habitación de Villa durante cuatro años. El gaditano solo pide a su amigo, el quinto goleador de la historia del Valencia, que no marque hoy -lo hace siempre ante sus exequipos. "Al final, me van a coger manía", dijo Villa en su última visita a El Molinón, donde, claro, volvió a marcarle al Sporting. "A ver si recibe tantos elogios que le despistamos un poco. Pero mejor si no llega, que su avión se quede sin gasolina o se alargue el juicio", bromeaba ayer el técnico del Valencia, Unai Emery. Villa no tendrá, en efecto, un día tranquilo. Anoche viajó a Asturias para declarar a primera hora de hoy en un juzgado de Avilés por la demanda que le interpuso su anterior agente, José Luis Tamargo. Nada más terminar, viajará en un vuelo privado a Valencia. Su entorno afirma que está emocionado con su regreso: "Como cuando vuelve a Asturias. Especialmente sensibilizado. Alucinamos con él. Es como si se reblandeciera". "Le hace muchísima ilusión. Ha echado raíces aquí. Esta es su segunda casa", apostilla Joaquín.

Sin Villa, el Valencia de Emery ha perdido vistosidad y alegría, aunque no efectividad: a estas alturas de la competición, lleva 40 goles en la Liga (42 el año pasado), nueve en la Copa (seis) y 16 en la Champions (22 en la Liga Europa). Sin embargo, el despliegue ofensivo, también por la ausencia de Silva, que era quien daba sentido al juego de combinación y a quien no se le ha encontrado sustituto, ha perdido belleza. Claro que quedarse sin Villa no ha sido un plato de buen gusto: "No es fácil hallar a alguien así. Por la movilidad que tiene y daba al resto del equipo. Aduriz va muy bien de cabeza, es trabajador y facilita el juego directo. Soldado es un rematador nato, un gran finalizador. Los dos nos dan mucho, pero Villa podía fabricarse un gol él solito", reflexiona Juan Carlos Carcedo, el segundo entrenador. Hoy, dice, se ha ganado en versatilidad: "Puede adaptarse a diferentes sistemas". Hoy, además, los goles están más repartidos. Si Villa había marcado 16 en la Liga precedente, hoy los suman casi entre Aduriz (nueve) y Soldado (seis). "Pero no hay nadie que haga lo que hizo Villa", asume Emery; "en mi primer año hizo ¡28 goles en la Liga! Marcó 22 el pasado. Nos dio muchísimo. Hoy, sus sustitutos aspiran a llevar algún día una trayectoria similar. Si hemos hecho casi tantos goles es por el rendimiento colectivo".

Si en el Valencia era un referente, tanto en el campo como en el vestuario -"quería jugar todos los minutos y la gente sabía que estando él en el campo podía haber un gol en cualquier momento; eso hacía que tuviera un ascendente especial dentro del grupo", advierte Carcedo-, al Barça llegó para ser uno más. Consciente de que no sería la estrella. Pero con 24 partidos como titular es el tercer azulgrana con más minutos en la Liga, solo por detrás de Valdés e Iniesta, y por delante de Mess, cuarto. El argentino y él son la pareja más rentable de la competición y suman 43 tantos (Messi, 26). Aunque compita como delantero con sus predecesores, Eto'o e Ibrahimovic, Villa -ya ha superado los 16 del sueco en la Liga- es el sustituto de Henry, el jugador que Pep Guardiola no quería perder porque era quien daba profundidad al equipo. Vive constantemente en el límite del fuera de juego, algo que se le criticó a su llegada, aunque es eso lo que le exige el técnico. "El equipo le agradece sus desmarques en profundidad. Hacen el campo más largo y permiten a los compañeros jugar por dentro. Además, tiene gol", sentenció ayer Tito Vilanova, segundo de Guardiola. Y es que goles son amores.

Villa intenta superar a David Navarro en el partido de la primera vuelta en el Camp Nou.VÍCTOR SALGADO (CORDON)

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