ROCK | La semana por delante

Un americano en París

Hace décadas que Elliott Murphy vive en París. Fue después de ese periodo de los setenta en el que Springsteen no pudo grabar por problemas contractuales y él fue elegido a dedo para ocupar su lugar, pero fracasó en el intento. Murphy se veía a sí mismo como un outsider, un incomprendido en su país que vivía expatriado en Europa. En su mundo era un personaje de Scott Fitzgerald o uno de los amigos de Gertrude Stein en el París de entreguerras. Durante una época creyó que podría volver a Estados Unidos triunfante, se frustró cuando descubrió que eso nunca pasaría, después se resignó. Al ...

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Hace décadas que Elliott Murphy vive en París. Fue después de ese periodo de los setenta en el que Springsteen no pudo grabar por problemas contractuales y él fue elegido a dedo para ocupar su lugar, pero fracasó en el intento. Murphy se veía a sí mismo como un outsider, un incomprendido en su país que vivía expatriado en Europa. En su mundo era un personaje de Scott Fitzgerald o uno de los amigos de Gertrude Stein en el París de entreguerras. Durante una época creyó que podría volver a Estados Unidos triunfante, se frustró cuando descubrió que eso nunca pasaría, después se resignó. Al final lo aceptó. Y renació, hace más de 20 años, como un artesano del rock, que visita España todas las temporadas en giras larguísimas, que ha dado conciertos simplemente mágicos, momentos de esos que devuelven la esperanza en el rock. No siempre, eso es cierto. Ahora ronda los 60, su nuevo disco lo produce su hijo Gaspard, que acaba de cumplir los 20. Su escudero Olivier Durand, ya no es aquel jovenzuelo que le acompañaba, sino un treintañero que a veces se pasa de virtuoso. Pero, para muchos, los que cada vez que viene acuden fielmente a la cita como la del miércoles en Clamores, ver a Elliott Murphy es un ritual inexcusable, al que merece la pena acudir, aunque sea una sola vez.

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