Columna

De nuevo las cajas de ahorro

El pasado lunes, en una entrevista concedida en hora de máxima audiencia a una cadena televisiva generalista (Antena 3), el presidente del Gobierno afirmó con rotundidad que las dos reformas pendientes más importantes y urgentes que necesita la economía española son la que afecta al sistema de pensiones y la que hace referencia a la reorganización del sistema financiero. Conviene aclarar que cuando Zapatero -o el Banco de España- hablan de la reorganización del sistema financiero se refieren sobre todo a las cajas de ahorro, como si los grandes bancos españoles, altamente endeudados en los mer...

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El pasado lunes, en una entrevista concedida en hora de máxima audiencia a una cadena televisiva generalista (Antena 3), el presidente del Gobierno afirmó con rotundidad que las dos reformas pendientes más importantes y urgentes que necesita la economía española son la que afecta al sistema de pensiones y la que hace referencia a la reorganización del sistema financiero. Conviene aclarar que cuando Zapatero -o el Banco de España- hablan de la reorganización del sistema financiero se refieren sobre todo a las cajas de ahorro, como si los grandes bancos españoles, altamente endeudados en los mercados exteriores de capitales y con índices de morosidad similares a las cajas, no tuvieran nada que ver con las dificultades que atraviesan el crédito y la imagen de España.

Feijóo debe aclarar si vetará cualquier alianza que desposea a Galicia del poder de decisión

Como es bien sabido, hace aproximadamente dos años el Banco de España -respaldado por el Gobierno, con el apoyo del PP y la evidente anuencia de la gran banca española- puso en marcha un ambicioso proceso de reordenación de las cajas de ahorro. Pronto estuvieron claros los objetivos que se perseguían con el agresivo plan del Banco de España. El primero, desvincular a las entidades de ahorro de los territorios en los que históricamente habían operado y sustraerlas de la influencia de los poderes autonómicos que, de esta forma, perderían prácticamente toda la capacidad de decisión sobre las inversiones productivas. El segundo objetivo consistía en abrir un proceso de progresiva privatización de las cajas (bancarización) con la entrada de capital privado a través de las cuotas participativas con derechos políticos, operación que, debido a las últimas reformas del Gobierno, no necesita ya autorización administrativa, aunque requiera mayoría cualificada de las asambleas de las diferentes entidades financieras. Se pretende liquidar así un sector (las cajas) que representan más del 50% del sistema financiero en una red que acumula activos por valor de 1 billón 200.000 millones de euros, cantidad superior al PIB español y que durante muchos años ha contribuido eficazmente a la vertebración local y regional del país.

Novacaixagalicia aporta a esa red financiera 77.000 millones de euros en activos. Su volumen de depósitos se sitúa en torno a 47.000 millones y los fondos propios de arranque representan 2.900 millones. Novacaixagalicia controla además el 51% de los depósitos y el 41% del crédito privado. Así pues, ante el nuevo anuncio del Gobierno es preciso que en Galicia se reabra el debate sobre el futuro de nuestra plataforma financiera.

En primer lugar, el presidente Feijóo, que presume de haber sido el impulsor de la mayor operación financiera de la historia de Galicia, debe despejar, al menos, tres incógnitas. La primera consiste en que el presidente de la Xunta aclare, cosas que no ha hecho nunca, si la fusión que ha dado lugar a Novacaixagalicia es una solución definitiva o simplemente un paso intermedio para abordar posteriormente nuevas alianzas que alejen a Galicia de los centros de decisión financiera. La segunda, relacionada con la primera, se refiere a si Feijóo mantendrá su compromiso de vetar cualquier alianza de nuestra caja con otras entidades que desposea a Galicia de su capacidad de decisión sobre el sistema financiero. Finalmente, el presidente de la Xunta debería aclarar si su Gobierno se decanta por un modelo de caja cuya fortaleza radique en la capacidad de captación del ahorro, recurriendo a la participación pública si hubiese necesidad de fortalecer los recursos propios de la nueva caja, de tal forma que no desvirtúe su modelo ante problemas transitorios, o si, por el contrario, se suma a los que defienden la necesidad de acudir a los recursos privados para su capitalización, avanzando así en su bancarización.

Por otro lado, la oposición no puede seguir muda ante la nueva ofensiva anunciada por el Gobierno y que afectará decisivamente al futuro financiero de Galicia. Por lo que se refiere al PSdeG se verá obligado a decidir si está dispuesto a ser algo más que una franquicia de Ferraz, rompiendo así su errático rumbo en esta relevante cuestión, o si, ha decidido volver a asumir una posición mecánicamente dependiente del Gobierno socialista y de la cúpula estatal del PSOE. Finalmente, sorprende el fuera de juego en el que se ha situado el BNG en este importante asunto si se considera que ha defendido siempre la creación de una caja blindada contra eventuales absorciones futuras. Sin embargo, parece carecer ahora de una estrategia que le permita intervenir con éxito, como en el pasado inmediato, ante la nueva etapa que se ha abierto con el nuevo impulso político destinado a una profunda reordenación del sistema financiero. Estaremos atentos a los movimientos de todos ellos.

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