Sin empleo y sin papeles

Durante semanas, los responsables de Butaca Latina realizaron un casting para contratar a presentadores y reporteros de calle. Uno de ellos fue Felipe de Luis, periodista que cubre la información deportiva del Atlético de Madrid para una radio. "Grabé un programa, me ofrecieron una buena cantidad de dinero para presentar los deportes y acepté. Después no me volvieron a contactar nunca y las últimas noticias que tengo es que han quebrado", rememora De Luis. Durante semanas estuvo intentando contactar con los directores de programación pero no lo consiguió. En las oficinas de la cadena le...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Durante semanas, los responsables de Butaca Latina realizaron un casting para contratar a presentadores y reporteros de calle. Uno de ellos fue Felipe de Luis, periodista que cubre la información deportiva del Atlético de Madrid para una radio. "Grabé un programa, me ofrecieron una buena cantidad de dinero para presentar los deportes y acepté. Después no me volvieron a contactar nunca y las últimas noticias que tengo es que han quebrado", rememora De Luis. Durante semanas estuvo intentando contactar con los directores de programación pero no lo consiguió. En las oficinas de la cadena le daban largas. "Hay retrasos. Toca esperar", escuchaba habitualmente al otro lado del teléfono. No cobró nada por los servicios prestados. En su misma situación se encuentra medio centenar de trabajadores que, incrédulos, han visto como se ha desmoronado Butaca Latina.

El problema de periodistas como De Luis es pequeño comparado al que se enfrentan guionistas y productores extranjeros. Un buen número de profesionales de la comunicación que trabajaban en Venezuela, Miami o Cuba aceptó la oferta de trabajar para la nueva cadena que se estaba creando. Atraídos por unos sueldos importantes, quizá fuera de mercado, dejaron atrás empleos fijos en otros medios de comunicación. Es el caso de un escritor que, como la gran mayoría de los consultados para este reportaje, prefiere mantenerse en el anonimato: "Nos han roto un sueño. Pensábamos que íbamos a trabajar en un proyecto importante, bien remunerado, que podía tener éxito. Han pasado los meses y estamos en la calle. Sin papeles. Me prometieron que iban a regularizar mi situación. Ahora estoy aquí, como ilegal. Es una situación terrible", narra en una cafetería del centro de la capital. Le acompaña una joven grafista que dejó su trabajo en Venezuela para embarcarse en el proyecto. Ahora buscan trabajo de lavaplatos y se cruzan de acera cuando ven a la policía de frente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En