Columna

La alternativa PSOE

Arreciaba el frío cuando se inició el largo puente festivo de estos días, y no pocos ciudadanos tomamos la decisión de permanecer calentitos junto a la chimenea, degustando la morcilla a la brasa con pan tierno y aceitunas aliñadas con ajedrea. Pero gran parte de la ciudadanía decidió, como tantas otras veces, aprovechar los días de asueto para evitar el frío en islas primaverales, visitar el cementerio judío de Praga o pasar unas horas de convivencia con sus familiares en el Cuzco, donde también llegan los vuelos baratos. Los miles de ciudadanos que optaron por esta segunda alternativa, y ya ...

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Arreciaba el frío cuando se inició el largo puente festivo de estos días, y no pocos ciudadanos tomamos la decisión de permanecer calentitos junto a la chimenea, degustando la morcilla a la brasa con pan tierno y aceitunas aliñadas con ajedrea. Pero gran parte de la ciudadanía decidió, como tantas otras veces, aprovechar los días de asueto para evitar el frío en islas primaverales, visitar el cementerio judío de Praga o pasar unas horas de convivencia con sus familiares en el Cuzco, donde también llegan los vuelos baratos. Los miles de ciudadanos que optaron por esta segunda alternativa, y ya es harto conocido por todo el vecindario, tropezaron con la desfachatez y la alevosía de gentes con mucha responsabilidad y muy bien pagada, quizás también con problemas como todo el mundo, que sin previo aviso colapsaron la circulación y enviaron al diablo los planes de viaje. A quienes preferimos para estos días la opción horaciana, apegada al terruño, nos crispa en extremo que los demás vean su alternativa convertida en nada. Por eso contemplamos con simpatía las radicales medidas del gobierno de Madrid, que tiene a José Blanco como uno de sus puntales principales.

Y es que, para quienes poseen unas mínimas convicciones democráticas, defender alternativas razonables y legítimas es tanto como defender la misma democracia que ampara nuestra Constitución. Tanto da que se trate del empleo de un puente festivo como de que se haga referencia al voto que cada uno de nosotros depositamos periódicamente en una urna. Aunque la alternativa en las urnas, entre los valencianos, está colapsada, como los aeropuertos estos días pasados, y convertida en un pozo de pena para quienes pensamos que debe haber otra opción que no sea la de los trajes, los viajes pontificales, los fitosanitarios o los juzgados en cuyos papeles tantas veces aparece el patronímico Fabra. La única alternativa, de no producirse un milagro de su natural poco verosímil, a la opacidad y chanchullo reinante en las tierras valencianas, es la alternativa PSPV-PSOE, que desgraciadamente se descalabra en las encuestas. Y no hay que tener el olfato gatuno para distinguir con claridad los motivos del descalabro: el vecindario en general quiere alternativas que no encuentra. Dejemos a un lado la falta de alternativa al desarrollismo anterior a la crisis, cuando nunca se vio de forma neta una diferencia entre el ladrillo PP o el ladrillo PSOE; olvidémonos del plan alternativo a los aeropuertos innecesarios o los mundos desilusionados que tanto dinero nos han costado ya a los valencianos; pasemos la esponja y borremos de la pizarra al candidato electo, profesional de la política en el PSOE, Joan Calabuig y la historia de El Cabanyal: las alternativas escasean en demasía. Pero que ahora llegue José Blanco y les indique a sus correligionarios valencianos que no hablen de trajes y que hablen de un compromiso que desconocemos los demás, es empujar al PSOE a un colapso peor que el de los aeropuertos.

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