Crisis, ¿qué crisis?

Rodríguez Zapatero se ha reunido con las direcciones de las 37 empresas más importantes de España para hablar de la crisis. Ahí estaban ellos con sus corbatas de Armani, sus bolsillos llenos -25.000 millones de beneficio en seis meses- y el chófer esperando en la puerta. Han pedido al presidente pulso firme para acometer las reformas: la de las pensiones, la laboral, y la del Estado. Ellos, los bancos, las grandes constructoras, las eléctricas... los que nos han metido en esta crisis tienen la solución: bajar las pensiones, flexibilizar el mercado laboral y reducir el Estado de bienestar, viej...

Rodríguez Zapatero se ha reunido con las direcciones de las 37 empresas más importantes de España para hablar de la crisis. Ahí estaban ellos con sus corbatas de Armani, sus bolsillos llenos -25.000 millones de beneficio en seis meses- y el chófer esperando en la puerta. Han pedido al presidente pulso firme para acometer las reformas: la de las pensiones, la laboral, y la del Estado. Ellos, los bancos, las grandes constructoras, las eléctricas... los que nos han metido en esta crisis tienen la solución: bajar las pensiones, flexibilizar el mercado laboral y reducir el Estado de bienestar, viejas soluciones para nuevos problemas. Sin duda es un camino, pero no parece el más adecuado.

Haría bien Zapatero en continuar con estas reuniones, pero cambiando de interlocutores; en la próxima debería convocar a los 37 presidentes de los comités de empresa de esas compañías, que representan a más de un millón de trabajadores, que con su esfuerzo diario han conseguido que la facturación de esas empresas sea equivalente al 40% del PIB.

Posteriormente podría convocar a los presidentes de las 37 ONG más importantes de este país, ellos representan a miles de personas que de forma anónima y voluntaria contribuyen a reducir los efectos devastadores de esta crisis, consiguiendo que las necesidades más básicas de muchos ciudadanos estén garantizadas, mayor cohesión social y un entorno más justo e igualitario.

De ahí saldrían seguramente otros caminos, al final todo depende del color del cristal con el que se mira.