Crítica:ROCK | Edwyn Collins

La sonrisa traviesa del superviviente

El rockero de Edimburgo ofrece un concierto revitalizante en el Primavera Club

El hombre del sombrero y el niqui verde que ocupaba el centro del escenario en Rock Kitchen es historia viva de la música británica. Y, por fortuna, permanece entre nosotros para seguir contándola. Aunque su brazo derecho, paralizado y encogido, ya no le permita rasguear la guitarra. Aunque haya de permanecer sentado. Insignificancias: el de Edimburgo ni podía hacérnoslo pasar mejor ni quiso disimular su sonrisa traviesa durante toda la noche. La sonrisa de quien se sabe triunfador y superviviente.

No por conocida la historia resulta menos conmovedora. Casi cinco años atrás, Edwyn Colli...

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El hombre del sombrero y el niqui verde que ocupaba el centro del escenario en Rock Kitchen es historia viva de la música británica. Y, por fortuna, permanece entre nosotros para seguir contándola. Aunque su brazo derecho, paralizado y encogido, ya no le permita rasguear la guitarra. Aunque haya de permanecer sentado. Insignificancias: el de Edimburgo ni podía hacérnoslo pasar mejor ni quiso disimular su sonrisa traviesa durante toda la noche. La sonrisa de quien se sabe triunfador y superviviente.

No por conocida la historia resulta menos conmovedora. Casi cinco años atrás, Edwyn Collins padeció dos derrames cerebrales consecutivos y una infección hospitalaria severa. Los médicos dudaban que sobreviviera y pronosticaron una existencia casi vegetativa. Edwyn salvó el pellejo a cambio de tener que aprenderlo todo de nuevo. Todo. También hablar, leer y escribir. Uno de los autores más poéticos que ha dado el rock escocés comenzó el año 2007 junto a una montaña de silabarios infantiles.

Sufrió dos derrames cerebrales hace cinco años, pero está radiante

Ese es el mismo hombre que anoche actuó durante 65 minutos en la cita más esperada del Primavera Club. En septiembre, de visita promocional, ya le habíamos encontrado radiante y optimista, deseoso de disputar esa prórroga in extremis que le había arañado al partido de la vida. Ayer hizo buena la confesión que deslizara en Laughing and falling, la deliciosa biografía que le ha escrito su inseparable Grace Maxwell, compañera, representante y santa en vida: "Sé que todavía hablo con torpeza, pero ya canto razonablemente bien".

El tema que titula su espléndido álbum de resurrección, Losing sleep, abrió una sesión energética, contundente, revitalizante. Con referencias a los años de Orange Juice desde las primeras de cambio (Dying day) y escalas obligatorias en dos piezas angulares: la iniciática Laughing and falling, que resume en tres minutos el bullicio imparable de los primeros años ochenta, y el bajo juguetón de ese manifiesto titulado Rip it up.

Su hijo, William Collins (idéntico a papá hace 30 años) le acompañó en el mejor tema de su regreso, ese In your eyes con marchamo de clásico. Igual que A girl like you, que llegó justo después y cuyos derechos de autor le han permitido pagarse todos estos años de tratamiento. Lástima que nos faltara Mario Pacheco, el fundador de Nuevos Medios, la disquera que publica a Collins por aquí. Habría disfrutado mucho. Y le echaremos de menos siempre.

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Antes de todo ello se había presentado el cantautor estadounidense John Grant, responsable de un primer álbum solista, Queen of Denmark, que la revista británica Mojo ha designado contra pronóstico como el mejor trabajo de este 2010. La selección resulta sorprendente, pero no disparatada: el antiguo cantante de The Czars es dueño de un vibrato delicioso y ejerce de crooner pasadísimo de fecha, como si los últimos vinilos que hubieran llegado a su giradiscos fueran los de Jim Croce o Camel. Cuando venga por aquí con banda completa (para el álbum gozó del respaldo de los impresionantes Midlake) le disfrutaremos mucho más.

Edwyns Collins canta durante su actuación de ayer en Madrid.CARLOS ROSILLO

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