Crónica:CANCIÓN CÁNOVAS, ADOLFO Y GUZMÁN

Y lo bueno, compañeros, quedará

No está claro si las reglas del protocolo establecen el tratamiento de maestros, institución o viejas glorias a Juan Robles Cánovas, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán, pero estos tres señores que anoche nos dieron la alegría de reunirse fugazmente en la Sala Clamores han escrito algunas de las mejores páginas en la historia del pop español. Y de las más espaciadas. "Hemos hecho un disco cada diez años. Nos acusan de ser como el Guadiana, y, por desgracia, es la verdad", admitía Guzmán en los camerinos, pocos minutos antes de revivir en escena preciosidades como ...

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No está claro si las reglas del protocolo establecen el tratamiento de maestros, institución o viejas glorias a Juan Robles Cánovas, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán, pero estos tres señores que anoche nos dieron la alegría de reunirse fugazmente en la Sala Clamores han escrito algunas de las mejores páginas en la historia del pop español. Y de las más espaciadas. "Hemos hecho un disco cada diez años. Nos acusan de ser como el Guadiana, y, por desgracia, es la verdad", admitía Guzmán en los camerinos, pocos minutos antes de revivir en escena preciosidades como Noche tras noche, El río o Calles del viejo París.

Suman tres voces prístinas, otras tantas guitarras acústicas y 181 años muy bien llevados, casi todos dedicados a la música en las más variopintas ocupaciones. Falta el cuarto en liza, Rodrigo García, fiel a su retiro en Chiclana y a esos libros en los que ahora vierte el talento literario que fructificó en canciones como De piel trigueña, Solo pienso en ti, El vividor o, claro, Señora azul. Aquel tema titulaba en 1974 el primer disco de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, uno de los cinco o diez mejores álbumes de nuestra música popular. Lástima que no hubiera continuidad y que el hoy terceto solo ofrezca dos o tres actuaciones al año.

"Nacimos en un momento en que triunfaban Fórmula V o Los Diablos", reflexiona Guzmán, fiel a su sombrero americano, mientras se lía un cigarrillo. "Ellos grababan canciones del verano y nosotros, de invierno, con nubes grises, lluvia pertinaz y chicas que te dejan. Y nadie nos supo promocionar". Adolfo desarrolla la tesis: "Aunque en otro país habríamos triunfado, aquí nos faltó respaldo y tenacidad. Éramos buenos jugadores, como los del Real Madrid, pero habríamos necesitado un Mourinho que nos metiera caña".

Todo ello es muy cierto, seguramente. También lo es que los tres discos de CRAG encierran una docena de piezas prendidas en la memoria de varias generaciones. Queridos compañeros, la que daba título al disco de 1984, concluye con unos versos que aún hoy resultan conmovedores: "Y lo bueno que un día hicimos juntos / queridos compañeros / quedará". Guzmán se confiesa: "Se nos pone la carne de gallina cada vez que lo decimos". Y Cánovas le segunda: "No somos mitos ni instituciones, sino solo supervivientes. Saber que algunas canciones han dejado huella en el corazón de las personas es una recompensa más que suficiente".

No habrá ya nunca, parece, un cuarto disco de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. Pero quizás sí uno de Cánovas, Adolfo y Guzmán. Este último es el máximo avalista de la iniciativa.

Su hijo, Juanito, escolta desde el piano a los tres veteranos. Un crac, el chaval: clava la difícil introducción que Horacio Icasto grabó en su día para De piel trigueña y en ocasiones parece saberse mejor el repertorio que sus ilustres acompañantes. Adolfo se hizo un notable lío, por ejemplo, con la letra de la desternillante Don Samuel Jazmín, pero esas cosas no pasan de la anécdota. Importa, ante todo, la química. Y tres talentos (y talantes) tan dispares como los de estos caballeros la conservan a raudales.

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Pudieron haber sido mucho más grandes, sin duda. Guzmán: "Nos faltó pasar hambre. Teníamos otras ocupaciones más alimenticias y no perseveramos lo suficiente con el grupo". Pero no es momento de arrepentimientos. Lo bueno quedará, queridos compañeros. Y aun cuando nos engulla a todos el olvido, otros seguirán canturreando Señora azul en algún rincón de esta ciudad.

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