HÍPICA | Arco de Triunfo

Un Arco y dos estilos

La mayor dificultad para establecer un pronóstico fiable en el Arco de Triunfo, la gran carrera que se disputa en Longchamp el primer domingo de octubre, es que los participantes rara vez se han medido entre sí antes de verse las caras en la prueba parisina. Por supuesto, esa incertidumbre añade interés y encanto a la jornada. Este año estuvieron en la salida tres ganadores de Derby -el inglés, el irlandés y el francés- así como veteranos que habían triunfado en diversas pistas europeas y asiáticas, entre ellos Youmzain, el eterno segundo en las tres últimas ediciones del Arco. Uno de los que ...

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La mayor dificultad para establecer un pronóstico fiable en el Arco de Triunfo, la gran carrera que se disputa en Longchamp el primer domingo de octubre, es que los participantes rara vez se han medido entre sí antes de verse las caras en la prueba parisina. Por supuesto, esa incertidumbre añade interés y encanto a la jornada. Este año estuvieron en la salida tres ganadores de Derby -el inglés, el irlandés y el francés- así como veteranos que habían triunfado en diversas pistas europeas y asiáticas, entre ellos Youmzain, el eterno segundo en las tres últimas ediciones del Arco. Uno de los que venían de más lejos era Nakayama Festa, un aspirante japonés del mismo preparador y montado por el mismo jinete -Masayoshi Ebina- que aquel El Condor Pasa que hace once años estuvo a punto de robarle el triunfo al fabuloso Montjeu.

Los diecinueve contendientes del pasado domingo fueron agrupados durante el recorrido y entraron todos juntos, incluso demasiado juntos, en la larga recta final de Longchamp. Ese tropel dio lugar a numerosos incidentes, entre los encerrados que buscaban un hueco y los fatigados que se convertían en obstáculo para los demás. Algunos perdieron así su posibilidad, para desesperación de quienes confiaban en ellos. Pero dos lograron zafarse del jaleo y se fueron juntos, en precioso duelo hacia la meta: Workforce, ganador en junio del Derby de Epsom, y el pequeño pero brioso Nakayama Festa. Al primero le montaba un joven de veintisiete años, Ryan Moore, probablemente el más eficaz de su generación; al otro el incombustible Ebina, ya cuarentón.

No solo los dos caballos dieron un recital de calidad y poesía en movimiento, sino también sus jinetes, con dos estilos de monta muy diferentes: frío, enérgico y osado el inglés frente al japonés, siempre cuidadoso de no causar interferencias pero no menos decidido a la hora de la verdad. Ambos merecieron la victoria y solo una cabeza los separó en la meta, a favor de Workforce, cuyo entrenador -el reputadísimo sir Michael Stoute- consiguió así su primera victoria en el Arco. A ambos tenemos que agradecerles los aficionados el hermoso regalo que hicieron a nuestra memoria hípica...

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