Crítica:FOLK

Ólöf Arnalds La princesa que llegó del frío

Muchas de las referencias sobre Ólöf Arnalds comienzan diciendo que esta rubísima islandesa de treinta años cuenta con el madrinazgo artístico de Björk, su paisana más ilustre. "Me complace ser su amiga y disfrutar de ese respaldo, pero no tenemos mucho que ver", refuta ella, tan firme como serena, justo antes del absorbente concierto que anoche ofreció en la sala Moby Dick. Y remacha: "Björk se ha inventado a sí misma, es radicalmente singular. Yo también".

Arnalds suele ser más comedida en sus apreciaciones, pero tiene motivos -en forma de dos preciosos discos en solitario- para sacar...

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Muchas de las referencias sobre Ólöf Arnalds comienzan diciendo que esta rubísima islandesa de treinta años cuenta con el madrinazgo artístico de Björk, su paisana más ilustre. "Me complace ser su amiga y disfrutar de ese respaldo, pero no tenemos mucho que ver", refuta ella, tan firme como serena, justo antes del absorbente concierto que anoche ofreció en la sala Moby Dick. Y remacha: "Björk se ha inventado a sí misma, es radicalmente singular. Yo también".

Arnalds suele ser más comedida en sus apreciaciones, pero tiene motivos -en forma de dos preciosos discos en solitario- para sacar pecho. El recital confirma desde el primer minuto que se pliega a muy escasas normas. Sus credenciales la presentan como una talentosa cantautora graduada en la Academia Islandesa de las Artes, donde presentó un trabajo final interpretado en 17 idiomas. Pese a ello, arranca con tres versiones heterodoxas "para entrar en calor": una pieza de cabaret alemán, el antiquísimo clásico de los Platters Twilight time y un tema de Arthur Russell. A lo largo de la velada aún habrá tiempo para rendir tributo a Dylan y el vaquero John Prine. Sorpresa tras sorpresa.

Es en el repertorio propio, en cualquier caso, donde refulge con mayor intensidad esa voz cautivadora de soprano implorante. Puede recordar a Kate Bush (y, por extensión, a Joanna Newsom), pero extrae colores tímbricos de cuya existencia no teníamos noticia. Y todo sin perder el sentido del humor: a mitad de concierto anunció que iba a tocar "un poco de música de cóctel" para que los menos de cien asistentes pudieran "ir al baño o pillar bebida" sin remordimiento de conciencia.

La música serena y contemplativa puede ser un acompañante óptimo para estos tiempos perros, necesitados como estamos todos de caricias y cobijo. Pero Ólöf siente alergia por los lugares comunes. "La gente suele pensar que Islandia es un paraíso inspirador, pero en realidad somos gente bastante cerrada de mente", anuncia sin tapujos. "Y quienes terminamos dedicándonos a esto es por pura tozudez. Nadie te respalda, has de ser tú quien asuma todo el esfuerzo".

A ella, antigua integrante de Múm y hoy producida por el teclista de Sigur Rós, la emoción se le desparrama a borbotones. Ha llegado una princesa del frío y basta escuchar su segundo disco, Innundir skinni, para comprender -y desear- que permanecerá entre nosotros una buena temporada.

La intérprete islandesa Ólöf Arnalds, anoche en Madrid.LUIS SEVILLANO
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