Crónica:MÚSICA | José González

El sonido del invierno

José González es sueco. Sus padres emigraron de Argentina a Gotemburgo en 1976, donde el cantautor nació en 1978. Pero habla español y cuenta que su mayor influencia son los cantautores latinoamericanos que escuchaba de niño, en especial Silvio Rodríguez. Es un detalle que se nota en su forma de tocar la guitarra clásica y en un deje al cantar. Tiene un acento sutil, que le emparenta con esa tradición. Aunque el idioma en que se expresa sea el inglés.

Él se presenta solo, en penumbra, vestido de negro, sentado en una silla con un foco solitario que le ilumina por la espalda. Un micrófon...

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José González es sueco. Sus padres emigraron de Argentina a Gotemburgo en 1976, donde el cantautor nació en 1978. Pero habla español y cuenta que su mayor influencia son los cantautores latinoamericanos que escuchaba de niño, en especial Silvio Rodríguez. Es un detalle que se nota en su forma de tocar la guitarra clásica y en un deje al cantar. Tiene un acento sutil, que le emparenta con esa tradición. Aunque el idioma en que se expresa sea el inglés.

Él se presenta solo, en penumbra, vestido de negro, sentado en una silla con un foco solitario que le ilumina por la espalda. Un micrófono en el escenario registra como sigue el ritmo con el pie. Es posible que no sea un virtuoso de la guitarra, pero sus arpegios son hipnóticos y, a pesar de que parezca escondido, mantiene al público en silencio respetuoso.

Ayer en la Casa de América de Madrid, en pleno centro de la capital, actuaba ante 500 personas, después de la proyección de The extraordinary ordinary life of José González, un documental sobre su vida desde 2004. Ese año, una multinacional usó su versión de Heartbeats, un ignoto tema del dúo electrónico The Knife, en un anuncio. Esa canción, con la que ayer cerró el recital antes de volver para los bises, le hizo famoso de golpe.

Su primer disco, Veneer, llegó a vender 700.000 copias y él paso a ser la rama nórdica del Weird folk, ese movimiento que proclamaba que la sensibilidad es lo subversivo.

Este autor tardó cuatro años en editar su segundo disco, In our nature, lo último que ha publicado si no contamos a Junip, su grupo paralelo, con el que tiene nuevo álbum. Así que ayer no presentaba obra nueva. Tocó material de sus dos álbumes, incluida su versión de Teardrops de Massive Attack.

Apenas hablo y de lo poco que dijo fue que echaba de menos al resto de la banda. Su música es cálida, pero no emotiva. Se degusta, se paladea, pero no emociona. Fue bonito, delicado y frío. Como cuando luce el sol en invierno.

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