Crítica:DORMIR

Neones en La Mancha

Sallés La caminera, Golf & Spa Resort, en Ciudad Real

Se ve desde muy lejos, incluso desde la autovía A-4, gracias a su enorme neón de la fachada, pero mejor no mirarlo. En el interior del hotel: lámparas cilíndricas de Murano, mesas estatuarias, columnas dóricas, mostradores fabricados con puertas y ventanas, pavimentos de gres... Y todo eso en el corazón de La Mancha, un lujo más propio de la excéntrica Dubai.

Su propietario, Salvador Sallés, responsable de un imperio hotelero forjado en la Costa Brava, tiene por aficiones la caza y el golf. Qué mejor que unirlas en la misma finca y aprovechar las virtudes de un dominio cinegético de 800...

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Se ve desde muy lejos, incluso desde la autovía A-4, gracias a su enorme neón de la fachada, pero mejor no mirarlo. En el interior del hotel: lámparas cilíndricas de Murano, mesas estatuarias, columnas dóricas, mostradores fabricados con puertas y ventanas, pavimentos de gres... Y todo eso en el corazón de La Mancha, un lujo más propio de la excéntrica Dubai.

Su propietario, Salvador Sallés, responsable de un imperio hotelero forjado en la Costa Brava, tiene por aficiones la caza y el golf. Qué mejor que unirlas en la misma finca y aprovechar las virtudes de un dominio cinegético de 800 hectáreas en los alrededores de Torrenueva que es la envidia de todos los cazadores europeos, dispuestos a pagar una fortuna por un trofeo y celebrarlo con un swing.

Sallés La Caminera, Golf & Spa Resort

Categoría: cinco estrellas. Dirección: Calle de la Vega-Camino de Altamar, s/n. Torrenueva, Ciudad Real. Teléfono: 926 34 47 33. Fax: 926 34 14 74. Web: www.hotellacaminera.es. Instalaciones: jardín, coto de caza, campo de golf (18 hoyos), estadios de fútbol, pistas de pádel, gimnasio, spa, taberna, casa-club, sala reuniones (130 personas), salón, terraza, bar, cafetería, restaurante. Habitaciones: 64 dobles y suites. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, admite animales domésticos. Precios: desde 135 euros + 8% IVA la doble con desayuno.

El hotel descolla sobre una loma con vistas excepcionales a todo ese territorio primorosamente conservado. Impresiona la cantidad de instalaciones que ofrece, el volumen de los espacios, la generosidad en sus detalles, la meticulosidad en la atención lograda pocos meses después de su apertura... ¡Y el silencio manchego! Ya puede estar lleno el lugar, que parece vacío.

Abajo, con salida directa al campo, se encuentra la taberna para cazadores, dotada de armería y cuarto de quitarse las botas. No falta un servicio de todoterreno para recorrer el coto. En otra de las cuatro torres que configuran el resort se encuentra la tienda de golf y la casa-club, con buggies a disposición de los huéspedes. El spa es grandioso, al igual que la piscina exterior, de dimensiones casi olímpicas. Un campo de fútbol para entrenamiento y otro en construcción para jugar partidos oficiales rematan el plan de un hotel ideal para el denominado turismo activo. O para reuniones de empresas. Las puestas de sol sobre los olivares, detrás de unos montes henchidos de perdices, son memorables. Los salones, en cambio, son festivos y ostentosos, cada uno bautizado con un personaje del Quijote. Faltaría más. El patio nos transporta de nuevo a los Emiratos: aparece decorado con jaimas y frisos florales. Más atemperadas, las habitaciones se sobran en comodidades y en ciertos lujos apetecibles, como los cosméticos Loewe o las camas de tamaño regio que abrigan a los huéspedes más activos.

El bufé del desayuno cumple con las expectativas de una propuesta vacacional. Nada que ver con el excelente tono alcanzado en la cena, servida con toda minuciosidad; una cocina imaginativa basada en la tradición manchega (irrechazable el rabo de toro).

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Pero lo que verdaderamente engancha en este hotel, pese a la arrogancia de su arquitectura, es el pundonor de todo el equipo de servicio y la ilusión que saben transmitir a los huéspedes.

El spa del hotel Sallés La Caminera, en Torrenueva.

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