Columna

La ecuación de la corrupción

La corrupción corporativa y la criminalidad de cuello blanco habitan entre nosotros. El informe sobre la democracia en España que anualmente publica la Fundación Alternativas dedica en su edición de 2010 un apartado al fenómeno de la corrupción política con un título bien expresivo: "La amarga verdad". El informe, que analiza el fenómeno en general y se centra en los casos concretos de la trama Gürtel, los escándalos en Baleares y la denominada operación Pretoria, en Cataluña, es de recomendable lectura para ciudadanos avergonzados con lo que está ocurriendo que además quieran entenderlo.
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La corrupción corporativa y la criminalidad de cuello blanco habitan entre nosotros. El informe sobre la democracia en España que anualmente publica la Fundación Alternativas dedica en su edición de 2010 un apartado al fenómeno de la corrupción política con un título bien expresivo: "La amarga verdad". El informe, que analiza el fenómeno en general y se centra en los casos concretos de la trama Gürtel, los escándalos en Baleares y la denominada operación Pretoria, en Cataluña, es de recomendable lectura para ciudadanos avergonzados con lo que está ocurriendo que además quieran entenderlo.

"Ahora estamos ajustando cuentas con un pasado en el que no se investigaba suficientemente y que generaba una percepción errónea del fenómeno", apunta el documento con cierto voluntarismo. "Posiblemente los éxitos de la Fiscalía, con la Guardia Civil y la Policía, unidos al estallido de la burbuja inmobiliaria, estén provocando un descenso real de la corrupción en este momento, pero ello lo notaremos en unos años, cuando los casos dejen de salir tan continuamente. Si no fuera así y los casos de corrupción se convirtieran en algo recurrente, podríamos decir que nuestro país habría entrado en una fase de consolidación de la corrupción, y que empezaría a ser sistémica y no excepcional. Lo cual sería una tragedia económica y social para España".

Ángel Luna, portavoz socialista en las Cortes Valencianas, que ha leído el informe de la Fundación Alternativas, lo explica de otra manera en el manifiesto que presentó el jueves junto a Francesc Colomer y Antonia Moreno. "La proliferación de esta clase de comportamientos", señala, "está arrastrando a la complicidad con estas prácticas a importantes sectores del Partido Popular, lo que nos obliga a considerar la situación de la Comunidad Valenciana como de riesgo sistémico". En efecto, el problema es grave, por su extensión, y altamente disolvente por su impunidad política, que no judicial. Recuerda el informe que la preocupación por la corrupción se ha disparado en la opinión pública y que la forma en que el gobierno reacciona ante ella tiene una influencia importante en las intenciones de voto. Aunque ahora mismo Camps y el PP valenciano (y el propio Mariano Rajoy) se aferren a las encuestas como talismán, "la forma en que los partidos reaccionen a los escándalos de corrupción que les aquejan será importante para los resultados electorales". Jorge Alarte lo sabe, y juega fuerte, como se pudo comprobar ayer con la suspensión de militancia del portavoz socialista en la Diputación de Alicante.

Se trata de considerar estratégico un asunto que, como recuerda el informe de la Fundación Alternativas, tiene que ver con socavar las condiciones que incentivan la corrupción. Y ahí aparece la curiosa ecuación que formuló Robert Klitgaard en 1988: C=M+D-A. O lo que es lo mismo: corrupción (C) equivale a monopolio de la decisión (M) más discrecionalidad (D) menos rendición de cuentas (A). Intenten aplicarla a nuestra vida pública y no se asusten.

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