Cartas al director

Hay esperanza

Aunque muy penoso, es comprensible que erradicar una realidad tan terrible como las matanzas anuales de mujeres por la violencia machista requiera tiempo y tremendos esfuerzos por parte de absolutamente todos. Y creo que, a pesar de las recaídas de la tasa de este tipo de violencia, no deberíamos desesperar.

Creo que, dentro del horror, el hecho de que sea mayor la edad media de las víctimas puede estar significando una tendencia moderadamente esperanzadora: que la política y la educación antiviolencia estuviera prendiendo en los más jóvenes, que las jóvenes cada vez se previenen y defi...

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Aunque muy penoso, es comprensible que erradicar una realidad tan terrible como las matanzas anuales de mujeres por la violencia machista requiera tiempo y tremendos esfuerzos por parte de absolutamente todos. Y creo que, a pesar de las recaídas de la tasa de este tipo de violencia, no deberíamos desesperar.

Creo que, dentro del horror, el hecho de que sea mayor la edad media de las víctimas puede estar significando una tendencia moderadamente esperanzadora: que la política y la educación antiviolencia estuviera prendiendo en los más jóvenes, que las jóvenes cada vez se previenen y defienden mejor, se percatan, reaccionan y no tragan con un previsible futuro arrinconadas o muertas y, sobre todo, la posibilidad -sin quedar proscrito- de optar a formar relaciones homosexuales no criminalizadas en vez de tener que encajar a la fuerza en un matrimonio convencional.

Esta alternativa y la consecuente apertura mental que conlleva, invalida radicalmente el posible argumento perverso que percibiera a la pareja femenina como objeto propicio de violencia por tratarse de una unión impuesta por los prejuicios y obligatoria por una legislación retrógrada.

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