Análisis:EL ACENTO

Detalles del partido

El orden sí importa. Aunque el partido del miércoles hubiera terminado con el mismo resultado (1-1), pero habiendo marcado España en el minuto 12 y México en el 91, en lugar de alivio habría habido frustración. Pero ocurrió al revés y el gol de Silva en el tiempo añadido fue un bálsamo para las heridas abiertas por la inoportunidad del encuentro. El empate acabó siendo el mejor resultado posible, dadas las circunstancias, y permitió un gran detalle de los mexicanos en su bicentenario. Los comentaristas habían dado por supuesto que, dado que había un trofeo en juego, en caso de empate se lo dis...

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El orden sí importa. Aunque el partido del miércoles hubiera terminado con el mismo resultado (1-1), pero habiendo marcado España en el minuto 12 y México en el 91, en lugar de alivio habría habido frustración. Pero ocurrió al revés y el gol de Silva en el tiempo añadido fue un bálsamo para las heridas abiertas por la inoportunidad del encuentro. El empate acabó siendo el mejor resultado posible, dadas las circunstancias, y permitió un gran detalle de los mexicanos en su bicentenario. Los comentaristas habían dado por supuesto que, dado que había un trofeo en juego, en caso de empate se lo disputarían a penaltis. Pero se decidió suprimir ese trámite tan estresante y en su lugar hubo una sencilla ceremonia: la autoridad entregó la copa al capitán de los mexicanos, Rafa Márquez, y éste, en un gesto elegante, se la pasó a Casillas, que la recibió en su condición de campeón imbatido. Se aplicó, así pues, el criterio imperante en otros deportes: si el campeón no es vencido, aunque haya tablas, conserva la corona.

No fue el único detalle: otro muy revelador fue que el barcelonista Xavi, que llevaba unos minutos calentando, se dirigió al entrenador cuando faltaba media hora para el final indicándole que ya estaba listo para saltar. Sin duda, estaba impaciente por darle a Silva el pase adelantado, en vertical, que valdría el empate. Ese interés era la mejor refutación de cualquier hipotética reserva por parte de los barcelonistas.

Un tercer gesto significativo fue que varios jugadores celebraran el gol con Marchena, que había sido sustituido y estaba en el banquillo. Ello se debe a que se le considera el talismán del equipo: jugando él, la selección no pierde desde junio de 2003. Son ya 56 partidos seguidos, todo un récord. Tal vez por ello, Del Bosque, que hace poco reconoció ser un poco supersticioso, le ha sacado a veces en los últimos minutos: como defensa escapulario.

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Al partido se llegaba con malos presagios. En primer lugar, el estadístico: solo en uno de los siete últimos Mundiales el campeón ha ganado el primer encuentro disputado tras su coronación. Pero también porque la polémica previa sobre si había sido un error concertar ese partido a solo un mes de la final del Mundial daba un pretexto para la derrota; lo que casi siempre suele traducirse en el cumplimiento del mal augurio.

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