EL SUMARIO SOBRE LA TRAMA DE CORRUPCIÓN DE EL MOLAR Y SAN AGUSTÍN

"He tirado todo al váter y he echado sosa para que no huela"

La esposa de un guardia se deshizo de droga antes del registro

-Esperad que saque de casa a las niñas, no quiero que vean nada... Sois compañeros, por favor.

Varios agentes de Asuntos Internos del Instituto Armado provistos de perros antidroga están frente al domicilio del guardia civil Francisco Yepes en El Molar (Madrid). Portan una orden de registro. Esposado, el funcionario les acompaña. Debe estar presente en el registro. Los agentes acceden a las súplicas de la esposa de Yepes. Le dan media hora. Buscaban drogas en casa de este guardia civil.

Pinchazos telefónicos y abundantes comentarios de vecinos de las poblaciones madrileñas de El ...

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-Esperad que saque de casa a las niñas, no quiero que vean nada... Sois compañeros, por favor.

Varios agentes de Asuntos Internos del Instituto Armado provistos de perros antidroga están frente al domicilio del guardia civil Francisco Yepes en El Molar (Madrid). Portan una orden de registro. Esposado, el funcionario les acompaña. Debe estar presente en el registro. Los agentes acceden a las súplicas de la esposa de Yepes. Le dan media hora. Buscaban drogas en casa de este guardia civil.

Pinchazos telefónicos y abundantes comentarios de vecinos de las poblaciones madrileñas de El Molar y San Agustín de Guadalix habían alertado meses antes a Asuntos Internos de una supuesta mafia de drogas y corrupción que tocaba de lleno al guardia Yepes, a su colega de cuartel César Torollo y al mismísimo jefe de la Policía Local de El Molar, Tomás Felipe Boto. Y, también, a una decena de camellos de ambas localidades que actuaban con impunidad gracias supuestamente a los trapicheos de drogas que compartían con los agentes implicados. El secreto sumarial de este caso de corrupción acaba de ser levantado por la juez de Alcobendas que lo investigó.

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Es el 12 de julio de 2008. Los perros antidroga rastrean finalmente la vivienda familiar de Yepes y solo hallan vestigios de consumo de cocaína. Un cuchillo grande con los filos empolvados de blanco y varias bolsitas con restos. Se marchan contrariados.

Tras el registro, la esposa de Yepes se apresura a llamar a su cuñado para contarle que han detenido a su marido "por un asunto de drogas".

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-Han venido unos hombres con perros. Se lo han llevado y hay más detenidos...

-Tranquilízate. ¿Sabes si han encontrado algo?

-He quitado todo de todos los lados... Lo he tirado al váter y he echado sosa para que no huela, pero no sé lo que detectan o no esos perros... Anda que si llegan a venir ayer...

La mujer, que ignoraba que su teléfono estaba intervenido, también relata cómo pidió a los agentes que le dieran tiempo para sacar a las niñas y hacer limpieza. Asuntos Internos empezó a investigar a estos agentes en 2006. De 38 años, Yepes era el más antiguo en el cuartel. La información de Asuntos Internos sobre él era entonces demoledora: traficaba con drogas, daba cobertura a pequeños traficantes y les avisaba de posibles redadas.Los agentes compraban la droga, si la pagaban, por menos de la mitad de su precio de mercado, 20 o 25 euros el gramo de coca, según el sumario del caso. Las relaciones de Yepes con su superior, el sargento de El Molar, eran tensas. Y es que el historial del guardia era turbio, y sus colegas de cuartel estaban hartos de hacer el ridículo: los laboratorios de farmacia habían certificado demasiadas veces que partidas de droga enviadas desde El Molar solo eran ibuprofeno, y no cocaína.

Nunca hubo pruebas, pero las sospechas apuntaban a cambiazos que daba Yepes, un guardia de talante justiciero. Un amigo suyo de El Molar que tuvo un accidente le pidió ayuda y el agente, bajo amenazas, obligó a la auténtica víctima del siniestro, que no tenía la culpa, a pagar a su amigo 3.000 euros. "Si no, intervendré yo", le dijo. O cuando en un destino anterior de Yepes desaparecieron 1.200.000 pesetas (7.200 euros) de una operación. Y la esposa de Yepes se autoinculpó de la sustracción "para no perjudicar a su marido", sospecha Asuntos Internos, según figura en el sumario.

La detención en San Agustín de Guadalix de la banda de un hombre apodado Pimpo, dedicado al tráfico de drogas, fue el detonante de la caída de Yepes. Su número de teléfono figuraba en la agenda de Pimpo. Este dato se unía a la sensación ciudadana de corrupción que existía respecto a determinados agentes de la Guardia Civil en El Molar y San Agustín.

"¿Qué vigiláis aquí, a las puertas del colegio? Si buscáis droga, mirad entre los vuestros...". Este comentario lo hizo un vecino de San Agustín a un policía local. Yepes también tenía jurisdicción en San Agustín. A Pimpo lo había sacado de más de un apuro. Un día, salió corriendo de un taxi al ver que agentes de la Policía Local de San Agustín le daban el alto. Persiguiéndole, sonó el móvil de uno de los policías. "Dejadlo ir, que vais a estropear una operación de la Guardia Civil de Colmenar", espetó Yepes. Era mentira. En su huida, Pimpo tuvo tiempo de avisarle de que le seguían.

Tiempo después, ante la juez de Alcobendas que ha investigado esta trama, Yepes dio una extraña explicación de lo sucedido. Admitió que llamó al agente local, pero para decirle que "mirase bien en el suelo, que [Pimpo] podía haber tirado la droga". Pero que, si no hallaban nada, que le dejase ir, porque creía que había una operación en marcha en Colmenar.

En la misma acción policial en la que fueron detenidos Yepes, su colega Torollo y el jefe de la Policía Local de El Molar en julio de 2008, quedó arrestada otra decena de personas, la mayoría camellos que actuaban en esa localidad y en Agustín de Guadalix. Muchos acabaron en la cárcel, mientras que Yepes, Torollo y el jefe de los policías municipales quedaron en libertad con cargos o bajo fianza.

Las grabaciones del sumario revelan que Yepes compraba droga barata para su consumo y que a veces la revendió, entre otros, a Tomas Felipe Boto, y que este también adquirió, supuestamente, cocaína para amigos suyos. En una de las grabaciones, un camello reprocha al jefe policial que no le avisaran de una redada de la Guardia Civil. Él le contesta: "Yo solo respondo de los míos". Tomás Felipe Boto era muy amigo de Yepes y compartía con él dosis de cocaína. Muchas veces iban juntos a pillar. Tomás esperaba en el coche y Yepes subía a casa del camello.

El 5 de junio de 2008, el jefe de la Policía Municipal llamó a Yepes y quedaron en verse. El guardia le comentó que estaba de servicio y debía patrullar un poco más. La conversación fue esta:

-Vale, sí. Mira a ver qué pasa por ahí. Extorsiona y te vienes para casa, anda -dice el jefe de policía.

-Venga, anda, díselo a todos los que no están escuchando -le reprochó Yepes, que presentía que le investigaban y cambió varias veces de móvil-. Bueno, voy a trabajar, que me he hecho un hombre de bien ahora. Soy comandante de puesto.

-Venga, aprovéchate del cargo -zanja el jefe policial.

Un mes después, Asuntos Internos les detuvo. A los vecinos de El Molar y San Agustín no les sorprendió. Ahora queda el juicio.

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