Análisis:EL ACENTO

Huelga de paternidad

En estos tiempos de incertidumbre, los demógrafos, como si dispusieran de una bola de cristal, han acertado de pleno. El año pasado vaticinaron que la crisis tendría una repercusión en la natalidad y ahora los datos del Instituto Nacional de Estadística les acaban de dar la razón. Después de 10 años de una natalidad en aumento, 2009 marcó un registro a la baja: en ese año nacieron 492.931 niños en España, un 5% menos que el año precedente. Ni el cheque-bebé instituido (y ahora enterrado) por Rodríguez Zapatero (2.500 euros por cada nuevo retoño) ni la habitual mayor tasa de fecundidad d...

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En estos tiempos de incertidumbre, los demógrafos, como si dispusieran de una bola de cristal, han acertado de pleno. El año pasado vaticinaron que la crisis tendría una repercusión en la natalidad y ahora los datos del Instituto Nacional de Estadística les acaban de dar la razón. Después de 10 años de una natalidad en aumento, 2009 marcó un registro a la baja: en ese año nacieron 492.931 niños en España, un 5% menos que el año precedente. Ni el cheque-bebé instituido (y ahora enterrado) por Rodríguez Zapatero (2.500 euros por cada nuevo retoño) ni la habitual mayor tasa de fecundidad de las mujeres de origen extranjero fueron capaces de mantener ese animado ritmo de la natalidad que tan buena pareja de baile hacía con el envidiable crecimiento económico español.

A pesar de que la natalidad depende del comportamiento humano, siempre tan imprevisible, lo cierto es que, como se esperaba, la crisis, que empezó a golpear con fuerza ya en 2008, disuadió a muchos de la oportunidad de iniciar un embarazo.

Mucho antes, por tanto, de la huelga general se ha iniciado ya una cierta huelga de embarazos entre las mujeres que están en edad de procrear. Y a esta se van sumando también, como igualmente se predijo, las mujeres de origen extranjero. Porque el contagio es un hecho comprobado en este campo. Las inmigrantes suelen terminar adoptando las pautas de las nativas y España no es una excepción. La cuestión es que el año pasado tanto unas como otras redujeron su tasa de fecundidad y que

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en ninguno de ambos casos se alcanza la de reposición que evita perder población en términos absolutos. Si la inmigración se frena en seco y las perspectivas no mejoran, el número de habitantes empezará a decrecer en breve.

De momento, también se ha reducido el número de nuevos matrimonios. Malos tiempos para los que, previsoramente, esperaban a comprar casa y coche antes de pasar por la vicaría o el juzgado. Claro que el INE no aporta datos acerca de los que, sin más trámite, pasaron a compartir casa, lo que, por otra parte, es buena solución para compartir gastos, ahorrar en celebraciones y liberar a padres atribulados.

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