Reportaje:DINERO & INVERSIONES

Wall Street pisa el freno

El supervisor bursátil de EE UU intenta acotar el poder de las máquinas en el parqué

Las Bolsas están desbocadas. Las computadoras se han apoderado de los parqués, ejecutando miles de operaciones en un abrir y cerrar de ojos. Es la batalla por el microsegundo. Para empezar a poner coto a tanto desenfreno, el supervisor del mercado de valores en Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) activó el pasado 11 de junio un mecanismo que permitirá al humano intervenir para, de una forma sincronizada, contener el exceso de volatilidad en acciones individuales.

El origen y objetivo de este sistema es común: evitar una situación de caos como la que el pasado 6 de mayo puso d...

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Las Bolsas están desbocadas. Las computadoras se han apoderado de los parqués, ejecutando miles de operaciones en un abrir y cerrar de ojos. Es la batalla por el microsegundo. Para empezar a poner coto a tanto desenfreno, el supervisor del mercado de valores en Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) activó el pasado 11 de junio un mecanismo que permitirá al humano intervenir para, de una forma sincronizada, contener el exceso de volatilidad en acciones individuales.

El origen y objetivo de este sistema es común: evitar una situación de caos como la que el pasado 6 de mayo puso de rodillas a Wall Street, en el conocido como "descalabro relámpago". En veinte minutos el Dow Jones perdió casi mil puntos, llevándose por delante casi un billón de dólares en valor de mercado. Una treintena de las compañías del índice S&P 500 cayeron al menos un 10% en cinco minutos, con Procter & Gamble y 3M experimentando pérdidas del 36% y el 18%, respectivamente.

En EE UU hay casi medio centenar de plataformas interconectadas

Un mes y medio después no hay una conclusión clara de lo sucedido. Ni siquiera de lo que pasó en 1987, cuando se vivió el primer crash bursátil atribuido al cerebro de silicio de los ordenadores. Entones, se procesaban 600 millones de acciones en una sesión en el New York Stock Exchange. El 6 de mayo, 10.300 millones. Pero se tiene una idea para empezar a actuar y dar racionalidad a un sistema que no sabe de miedo.

Fue un incidente embarazoso tanto para los reguladores de los mercados financieros como para los gestores de las Bolsas y los operadores del mercado, y un golpe para la confianza del inversor hacia el sistema. La estructura del mercado, admiten en la industria, permitió que el flash crash sucediera. Era solo cuestión de ver cuándo sucedería algo que se podía haber evitado.

A diferencia del mercado bursátil londinense, donde el London Stock Exchange (LSE) es el actor dominante, en el neoyorquino no existe una plataforma que monopolice las transacciones. Son casi medio centenar, interconectadas por vía electrónica. Cuando una sufre una falta de liquidez, el ordenador se redirige automáticamente hacia otros mercados donde se puede hacer negocio. La competencia entre las Bolsas es buena, pero crea una dificultad.

Todo funciona hasta que la cosa va realmente mal. El caos del 6 de mayo puso de relevancia que las plataformas bursátiles que operan en Estados Unidos siguen reglas diferentes al hacer frente a la volatilidad de una acción individual. Esta fragmentación, combinada con la alta velocidad de las operaciones, explica cómo los títulos de Accenture perdieran todo su valor en segundos. Y es con esa inconsistencia con la que los supervisores de los mercados de acciones (SEC) y de bonos (CFTC) quieren acabar.

Eso se pretende conseguir con un mecanismo de frenado coordinado para todas las Bolsas que integran el FINRA (Financial Industry Regulatory Authority), similar al que ya utiliza el New York Stock Exchange (NYSE), que le permite abrir un paréntesis en la cotización de una compañía individual, cuando la volatilidad es extrema y se observa que no se sustenta en fundamentos, para que sea el humano quien dé racionalidad.

El paréntesis abierto por la SEC deberá ser seguido así por el NYSE, el Nasdaq, BATS Global Markerts, Direct Edge y otros mercados de acciones. Se aplicará en un primer momento a las firmas del índice S&P 500 cuando sufran una corrección -al alza o a la baja- superior al 10% en un periodo de cinco minutos. La pausa está concebida para que sea el humano, y no la máquina, el que de un paso atrás y reflexione sobre si el movimiento tiene lógica.

La suspensión será de cinco minutos, y se aplicará entre las 9.45 en Nueva York y las 15.35. Así se dará al mercado la oportunidad de atraer liquidez hacia el valor afectado y establecer un precio de mercado razonable para que retome la cotización de una forma ordenada. Eso incrementará de paso la transparencia y dará uniformidad al sistema.

El nuevo mecanismo estará en vigor durante seis meses, hasta el 10 de diciembre de este año, y no cubre a las pequeñas compañías cotizadas. A partir de ese momento se decidirá qué ajustes realizar y si se amplía, por ejemplo, a productos basados en índices de acciones como los cada vez más populares Exchange Traded Funds (ETF). Mary Schapiro, presidenta de la SEC, está considerando además regular la velocidad de las órdenes.

"Necesitamos analizar hasta qué punto las ofertas y las órdenes deben regularse para que haya menos incentivo a lanzarse en una carrera por el microsegundo que puede dañar al inversor a largo plazo y la función del mercado de crear capital", dijo Schapiro en una conferencia en Montreal, en lo que se interpreta como un paso futuro para poner límite a la velocidad de los ordenadores.

La presión de los legisladores en Washington y de los inversores que no cuentan con esos sistemas informáticos es enorme, y exigen a la SEC y a la CFTC que regulen operaciones electrónicas a gran velocidad como el flash trading -órdenes relámpago- o el hight frequency trading -órdenes de alta frecuencia-. También se está examinando a los conocidos como dark pools -instituciones que proveen de liquidez en grandes cantidades y de forma bilateral, sin que los intermediarios tengan que retratarse en volúmenes y precios-.

Schapiro ya sugirió antes del caos del 6 de mayo la eliminación de las órdenes relámpago dirigidas por ordenadores. La industria financiera, por principio, está de acuerdo con que se adopten medidas para prevenir episodios similares. Pero al igual que los reguladores, admiten que este sistema de frenado no será suficiente para poner freno a otra situación de descontrol mientras productos como los ETF estén excluidos.

Mary Schapiro, presidenta del supervisor bursátil estadounidense (SEC) y Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.REUTERS

Subastas

La pausa que ahora quieren introducir en Wall Street cuando la cotización de un valor entra en una fase de histeria es similar a la práctica que desde 2001 se viene aplicando en la Bolsa española. Ese año, el gestor del mercado decidió introducir las subastas de volatilidad. Con ellas se interrumpe la negociación continua de un valor, dando oportunidad a los operadores de informarse sobre lo que ocurre en el mercado y poniendo tiempo de por medio para aplacar las presiones bajistas o alcistas. Con este objetivo, la comisión de contratación y supervisión de la Sociedad de Bolsas establece de forma periódica unos umbrales de caída o subida a partir de los cuales una compañía entra en fase de subasta. Estas horquillas, que se van modificando continuamente, se fijan en función de la volatilidad histórica de las empresas y se compone de dos rangos: dinámico y estático. Las subastas que se realizan en la Bolsa española duran cinco minutos y se intenta que sean un filtro para evitar que una orden muy grande y alejada del precio de cotización pueda distorsionar el mercado. Este colchón, sin embargo, también tiene sus detractores, que critican que no sirve para calmar el mercado ni para evitar el uso de información asimétrica. -

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