Crítica:LIBROS | Ensayo

Euskera, integración social y libertad

Muy pronto se van a cumplir 30 años desde la aprobación de la ley del euskera. Siempre he estado convencido de que se trataba de una de las leyes esenciales de la nueva etapa política que abría el Estatuto de Gernika. El paso del tiempo ha reforzado aquella convicción, que tenía ya desde antes de que el lehendakari Garaikoetxea me encomendase la labor de lograr, en nombre del Gobierno, su aprobación parlamentaria. El reto que teníamos ante nosotros era de una enorme dificultad. Para todos, Gobierno, el partido que lo sustentaba, PNV, y la oposición. Nuestras experiencias y pretensiones ...

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Muy pronto se van a cumplir 30 años desde la aprobación de la ley del euskera. Siempre he estado convencido de que se trataba de una de las leyes esenciales de la nueva etapa política que abría el Estatuto de Gernika. El paso del tiempo ha reforzado aquella convicción, que tenía ya desde antes de que el lehendakari Garaikoetxea me encomendase la labor de lograr, en nombre del Gobierno, su aprobación parlamentaria. El reto que teníamos ante nosotros era de una enorme dificultad. Para todos, Gobierno, el partido que lo sustentaba, PNV, y la oposición. Nuestras experiencias y pretensiones eran muy distintas. Éramos conscientes de que, en materia lingüística, nada es posible contra la voluntad. Y también lo éramos, y en idéntica medida, de que la normalización y fomento del euskera, es decir, el trabajo por una sociedad armónicamente bilingüe, no podía situarse en otra perspectiva que la de la cohesión social. Nuestro esfuerzo, el de todos, alcanzó el éxito, en gran medida, por la inusitada madurez democrática que una amplísima mayoría de la cámara legislativa vasca demostró en lo que era aún una balbuciente democracia que apenas alboreaba. Teníamos a nuestro favor una década de gran impulso social al uso del euskera, especialmente en la educación (ikastolas), y el gran instrumento del estándar literario unificado (euskara batua), incomprensible sin el liderazgo intelectual y humano del gran Koldo Mitxelena. Sin ello el reto hubiese sido enormemente difícil. Pero no era suficiente para tener éxito. Era un reto político en el que era muy fácil fracasar: la necesidad de lograr una política de decidido impulso del euskera, en su condición de lengua socialmente minoritaria y con una desigual distribución territorial, sin menoscabo de la integración social. Requería el más amplio consenso, solo posible aceptando que la libertad de elección de lengua de los ciudadanos tenía que ser real y efectiva. Con el esfuerzo de todos, se logró. Casi treinta años después, la realidad sociolingüística de Euskadi ha sufrido una profunda y positiva transformación. Algunas políticas mostraban señales de fatiga, una suerte de "fatiga de materiales". Y llega la hora de interrogarse por la proyección futura de esa vía de progreso y modernización abierta mediante la ley del euskera. Es, por tanto, un momento inmejorable para que la sociedad vasca y la española acojan un libro como Babel o barbarie, de Patxi Baztarrika.

Babel o Barbarie (Una política lingüística legítima y eficaz para la convivencia)

Patxi Baztarrika

Traducción de Jorge Jiménez Bech

Alberdania. Irún, 2010

445 páginas. 22,50 euros

Babeli Gorazarre

Patxi Baztarrika

Alberdania. Irún, 2009

426 páginas. 21 euros

Patxi Baztarrika, responsable, en su día, de Política Lingüística en el Gobierno del lehendakari Ibarretxe, asumió el reto de afrontar una reflexión sobre los fundamentos de la política lingüística que fuesen la base de un consenso revitalizado. Lo hizo cuando lo más fácil era eludir una discusión especialmente delicada, ante cuyos resultados los más optimistas eran escépticos y en el que casi nadie creía. Pero quiso huir de la inercia e impulsó el debate clarificador Euskara XXI. Su gran acierto consistió en afrontar el futuro valiéndose de los fundamentos del consenso de veinticinco años atrás. Una tarea para la que es necesaria una audacia cargada de mesura y buen juicio. En efecto, el autor de este ensayo netamente político, lejos de realizar un balance de su gestión como viceconsejero de Política Lingüística del último gabinete Ibarretxe, alza la mirada por encima de los avatares propios de la contienda política cotidiana para mostrarnos, en excelente diacronía, las muy diversas realidades lingüísticas, culturales y políticas que contienen y modulan nuestra peripecia vital y social como ciudadanos de un exiguo rincón de la vieja e innovadora Europa. Reflexiona, así, acerca del papel de la diversidad lingüística en la era de la globalización, pero también sobre las contradicciones que un Estado con vocación multilingüe vive en la práctica cotidiana de sus instituciones y poderes. Baztarrika nos lleva a un punto simétricamente alejado de la autocomplacencia de quienes se atrincheran en las caducas posiciones de la hegemonía lingüística y del agresivo victimismo de quienes queriendo repetir el pasado son capaces de imaginar políticas lingüísticas en clave de sustitución y confrontación. Nos emplaza a un interesante ejercicio de creatividad política: imaginemos una sociedad (vasca, española y europea) capaz de armonizar su diversidad lingüística y cultural en una perspectiva no disgregadora sino unificadora, no insolidaria sino fraternal, no coercitiva sino persuasiva, no excluyente sino integradora... Imaginemos -nos sugiere Baztarrika- una política lingüística que combine sabiamente legitimidad y eficiencia en la inexcusable labor de fomento de las lenguas en situación de debilidad: estaremos, sin duda, ante un hecho político de la mayor trascendencia en orden a la plena incorporación de las sociedades vasca, española y europea a la era del conocimiento. Porque el conocimiento es también -¿quién puede ya dudarlo?- función de la diversidad. También de la diversidad lingüística. Es una reflexión profundamente personal de un interés extraordinario, porque condensa la visión de un nacionalista, ligado profundamente al euskera por un sentimiento indeleble, que le lleva a buscar el reforzamiento social de la lengua de forma que algunos calificarán de obsesiva, sin olvidar el valor de la cohesión social y de su condición indispensable, la libertad. Baztarrika nos guía en esa reflexión con una delicadeza no exenta de rigor y energía. Con inteligencia y afecto, dos características esenciales en una buena política lingüística. -

Clase en una ikastola de Ordizia (Guipúzcoa).JESÚS URIARTE

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