Cartas al director

Mirando a África

Nuevamente, tenemos una oportunidad de mirar a África con deportividad, lejos de frivolidades publicitarias, ante la inmensidad de un continente lleno de riqueza expoliada, fragmentado en su multitud de etnias, en interesadas y frágiles democracias.

Sí, pero también de personas que creen en sí mismas y luchan por sus países, por conquistar esferas de derechos socioeconómicos y políticos hoy habituales para nosotros, que lo único que desean es poder vivir, no sobrevivir. Ansían la cultura, los conocimientos técnicos para ser autosuficientes, el alimento de la propia existencia. Fue una p...

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Nuevamente, tenemos una oportunidad de mirar a África con deportividad, lejos de frivolidades publicitarias, ante la inmensidad de un continente lleno de riqueza expoliada, fragmentado en su multitud de etnias, en interesadas y frágiles democracias.

Sí, pero también de personas que creen en sí mismas y luchan por sus países, por conquistar esferas de derechos socioeconómicos y políticos hoy habituales para nosotros, que lo único que desean es poder vivir, no sobrevivir. Ansían la cultura, los conocimientos técnicos para ser autosuficientes, el alimento de la propia existencia. Fue una puerta de recursos que se abrió a la fuerza y que luego, cuando interesó a Occidente, cerraron con llave.

Mientras, más allá de las inocentes miradas de niños descalzos que aspiran a golpear una esfera como sus ídolos, se encuentran la miseria, las enfermedades -inofensivas la mayoría, o erradicadas ya en Europa-, y otros aspectos que siguen siendo trascendentales y que no pueden quedar eclipsados por nuestro conformismo.

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El mundo no es un asunto solo de Estados ni de empresas, es de sus ciudadanos. Si un pueblo africano quiere progresar y un pueblo occidental puede ayudarle a remover los obstáculos, que comience el partido.

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