La institución

El almuerzo es una institución de la cultura popular, que a despecho de formalismos e incluso del diccionario de la Real Academia, debe definirse como la pequeña comida con que se refocilan algunos privilegiados antes de que den las diez.

Trasciende por su importancia del desayuno, aunque en absoluto alcanza los niveles que se presumen del almuerzo o comida del mediodía, que en otro rapto lingüístico se celebra en nuestro entorno pasadas más de dos horas del momento definido.

El almuerzo puede celebrarse en la paz del hogar, pero por obvias razones de horarios y trabajos es más f...

El almuerzo es una institución de la cultura popular, que a despecho de formalismos e incluso del diccionario de la Real Academia, debe definirse como la pequeña comida con que se refocilan algunos privilegiados antes de que den las diez.

Trasciende por su importancia del desayuno, aunque en absoluto alcanza los niveles que se presumen del almuerzo o comida del mediodía, que en otro rapto lingüístico se celebra en nuestro entorno pasadas más de dos horas del momento definido.

El almuerzo puede celebrarse en la paz del hogar, pero por obvias razones de horarios y trabajos es más frecuente que nos sorprenda en el bar cercano a nuestras actividades, lo cual ha propiciado que algunos de estos establecimientos se hayan convertido en verdaderos especialistas en esa actividad restauradora.

Entre los que han adquirido justa fama en el oficio está sin duda la Cervecería Manolo, que expende a las gentes que a ella se acercan las sacrosantas tortillas de patata, o cebolla, o habas, u otras verduras según la estación del año. Los bocadillos de blanco y negro acompañados de patatas fritas, o pimientos; los revueltos de ajos o de tomate, o la inmarcesible de atún con aceitunas, reconocida e incombustible fórmula de tantos refrigerios.

Además, el propietario busca cada día algunas especialidades en los mercados próximos, buscando tanto el precio como la frescura y calidad, y los ofrece simplemente cocinados a su fiel parroquia para que recuerden cómo son las gambas o las cigalas, sin excesivo menoscabo de sus economías.

Acabadas las comidas se pone el punto final, que hay que levantarse temprano para que la institución del almuerzo permanezca por los siglos.