Reportaje:El Atlético vuelve entre los grandes

Un título resumido en ocho minutos

El cuerpo técnico del Atlético motivó al vestuario con un vídeo que resaltó "el sufrimiento" del equipo en la Liga Europa - El trofeo llega tras una temporada que comenzó por los suelos

El 23 de octubre, día del Santísimo Redentor, Quique Flores heredó un Atlético en caída libre. El presupuesto del club, de 120 millones de euros, el cuarto de la Liga, no se correspondía con la clasificación en el campeonato, donde sólo se habían sumado seis puntos de 21 posibles. Su antecesor, Abel Resino, se fue a la calle por los resultados y por las discrepancias entre los principales accionistas del equipo. La hinchada, harta de una gestión que ha provocado una deuda de 300 millones de euros, se movilizó. El ánimo del vestuario estaba por los suelos. Los egos amenazaban con desvirtuar una...

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El 23 de octubre, día del Santísimo Redentor, Quique Flores heredó un Atlético en caída libre. El presupuesto del club, de 120 millones de euros, el cuarto de la Liga, no se correspondía con la clasificación en el campeonato, donde sólo se habían sumado seis puntos de 21 posibles. Su antecesor, Abel Resino, se fue a la calle por los resultados y por las discrepancias entre los principales accionistas del equipo. La hinchada, harta de una gestión que ha provocado una deuda de 300 millones de euros, se movilizó. El ánimo del vestuario estaba por los suelos. Los egos amenazaban con desvirtuar una plantilla fragmentada. Aceptar el cargo parecía una aventura sin futuro. "No vine a inmolarme", resumió el entrenador que ha guiado al Atlético a su primer título en 14 años y al primero europeo desde la Recopa de 1962.

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No lo tuvo fácil. El equipo se gripó y no salía de los puestos de descenso en su primer mes de trabajo. Las soluciones llegaban muy despacio, con el equipo fortaleciendo la defensa mientras Forlán y Agüero, perseguidos por las lesiones, alguna vez que otra forzados a jugar infiltrados, no se mostraban especialmente letales. "Todo eso, pero centrado exclusivamente en nuestras peripecias en la Liga Europa, lo quisimos reflejar en un vídeo para sacar lo mejor de los jugadores", asiente el cuerpo técnico rojiblanco.

Hace un año Pep Guardiola encargó un vídeo para "poder ganar la Copa de Europa". A falta de un cuarto de hora de que diera comienzo la final de Roma contra el Manchester, el entrenador del Barcelona cautivó a los jugadores con siete minutos que intercalaban algunas de las secuencias más famosas de la película Gladiator con los momentos estelares del equipo azulgrana. Messi y todos sus compañeros de reparto compartieron más o menos el mismo protagonismo, mecidos por la música de fondo del Nessum dorma. "Fue un ejercicio de motivación extraordinario, un ejemplo de lo importantísimo que es tocar la fibra de un vestuario", decía emocionado Quique Flores.

El ejercicio de autoayuda marcó profundamente al preparador. Versado en el manejo de las emociones, se planteó repetirlo en la primera oportunidad que tuvo. Llegó la noche del miércoles, en la caldera del Hamburgo Arena, la final contra el Fulham (2-1). Durante ocho minutos, la plantilla luego campeona de la Liga Europa se congregó expectante delante de una pantalla en el vestuario local. "No hacía falta motivarles, pero el momento, llegar a una final, era tan especial que requería una preparación especial", explica Quique Flores, que siguió adelante con la muy extendida costumbre de emplear la tecnología como un arma de persuasión masiva.

"Más allá de las explicaciones de cómo iba a ir el partido, decidimos apelar al sentimiento, al corazón de los jugadores, a todo el sufrimiento que habíamos compartido", asiente el cuerpo técnico. Para eso apeló a la destreza audiovisual de José Manuel Trueba, conocido en las oficinas del Calderón y en los campos de entrenamiento de la ciudad deportiva de Majadahonda como Kali. Trueba, que pasó por el Athletic, la Real Sociedad y el Eibar, llegó al club con José María Amorrortu, el responsable de la cantera, como encargado del estudio táctico del fútbol base hasta que le subieron a la secretaría técnica. El Atlético le premió otorgándole la responsabilidad de los resúmenes audiovisuales que descubrían las tácticas de los rivales. Nada más producirse la clasificación para la final en la ardorosa prórroga de Anfield, Quique Flores le confió la tarea extra de "explotar" los recursos psicológicos del equipo.

Trueba lo consiguió sin un despliegue de Hollywood. Los ocho minutos del vídeo que siguieron los jugadores con silencio monacal -"lo rompieron en cuanto terminó con tres palmadas fuertes y secas para catalizar la energía positiva", apuntan los responsables del banquillo- no mezclaron imágenes de acción de ningún filme de culto. Se limitaron a los resúmenes de las retransmisiones televisivas de sus partidos, intercalados por algunas de las fotografías que resumieron las aventuras del conjunto colchonero en la nueva modalidad de la Copa de la UEFA. "Con un matiz fundamental para entender lo que se quería reflejar: más que hacer hincapié en los goles, se destacó el sufrimiento, la increíble capacidad de sacrificio que ha demostrado el equipo", puntualiza el cuerpo técnico. "Si hemos ganado el primer título en 14 años es porque nos hemos mantenido unidos hasta el final", resume el capitán, Antonio López.

De ahí que la actuación de Forlán, autor de seis de los 11 goles del Atlético en la competición, tuviera casi menor trascendencia en el imaginario colectivo que el rostro de Perea, marcado por el esfuerzo y la tensión extrema, acaparando la pantalla. "De alguna manera ha sido uno de los grandes sufrientes de la temporada, pero creímos en él y ha estado impecable", le alaba Quique Flores.

"El éxito sólo se consigue con extremo sacrificio", le secunda el preparador de porteros, Emilio Álvarez. El montador del vídeo fortaleció el mensaje solidario y de sacrificio con algunas de las paradas más brillantes de De Gea, pero sin olvidarse de Asenjo. Raúl García y Joel le recordaron en la entrega de la Copa portando una camiseta con su nombre. "En resumidas cuentas, queríamos que recuperasen a ese futbolista que todos llevamos dentro y que soñaba con los triunfos. Era su momento, no el nuestro. Nosotros nos limitamos a conquistar sus mentes y corazones", zanja Quique Flores.

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