Análisis:ANÁLISIS

La Casa Blanca, San Telmo y Downing Street

Leyendo estos días el libro de Hugh Heclo Pensar institucionalmente y su invitación a reflexionar en estos momentos de crisis sobre la necesidad de recuperar la confianza en algunas de las características que nos distinguen como seres humanos (las instituciones y la vida en comunidad), me he topado con el debate sobre la utilización del palacio de San Telmo como sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, ahora que ha concluido su restauración.

Este hecho claramente positivo desde el punto de vista cultural y de recuperación de nuestra memoria arquitectónica es, sin embargo,...

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Leyendo estos días el libro de Hugh Heclo Pensar institucionalmente y su invitación a reflexionar en estos momentos de crisis sobre la necesidad de recuperar la confianza en algunas de las características que nos distinguen como seres humanos (las instituciones y la vida en comunidad), me he topado con el debate sobre la utilización del palacio de San Telmo como sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, ahora que ha concluido su restauración.

Este hecho claramente positivo desde el punto de vista cultural y de recuperación de nuestra memoria arquitectónica es, sin embargo, objeto de una nueva controversia política.

El Partido Popular, con su líder a la cabeza, Javier Arenas, ha anunciado que en caso de ganar las próximas elecciones no ocuparía dicha sede y que la dedicaría a un museo. No voy a discutir aquí, no me corresponde, la razón que arguyen para adoptar esta posición: el supuesto gasto desmedido empleado en su restauración en un momento de crisis económica, ni la solución de uso que propone, algo realmente estrambótico.

Lo que me interesa discutir es la falta de pensamiento institucional que esconde esa estrategia.

He buscado durante los últimos días países o comunidades donde la sede de sus instituciones representativas fuera objeto de controversia política. He de reconocer que no lo he encontrado. Lo que sí he hallado es cómo en la mayoría de las democracias consolidadas de nuestro entorno, con más de un siglo de funcionamiento ininterrumpido, la institución representativa y la sede física que la alberga conforman una unidad que las hace reconocibles e identificables por el conjunto de la ciudadanía.

La Casa Blanca en Washington es la imagen representativa de la presidencia de los Estados Unidos. No se les ocurre a demócratas o republicanos encarar una discusión sobre eso. Son conscientes de que tienen otros campos de la vida social o política donde manifestar sus discrepancias, y lo hacen con dureza, la reforma sanitaria, la regulación del sistema financiero o la ley de inmigración aprobada en Arizona... No lo hacen, porque el debate pudiese parecer trivial frente a la magnitud de los otros problemas, sino porque saben que hay unos valores institucionales, una línea sutil que nunca traspasan, que actúa como elemento de unión y de representación de lo que une a esa comunidad política: sus instituciones.

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En nuestro entorno europeo podemos encontrar la misma identidad sede-institución. En Francia, Presidencia de la República-El Eliseo; Reino Unido, residencia del primer ministro-nº 10 de Downing Street, y así podríamos seguir el itinerario de todos los países democráticos. Por cierto, en todos los nombrados y en casi todos los demás son, además de la oficina de trabajo del presidente, el lugar de residencia familiar, mientras dura el mandato presidencial.

En España, cuando en 1977 se restaura la democracia, una de las primeras decisiones fue encontrar una sede que se identificase con la Presidencia del gobierno democrático y se eligió el Palacio de la Moncloa. Ha sido ocupado por presidentes de gobierno socialistas y conservadores y nunca ha habido más discusión que sobre el gusto y el color de las cortinas de los ocupantes. Igual recorrido tenemos en las comunidades autónomas: Cataluña y el Palau de la Generalitat; el País Vasco y Ajuria Enea; Galicia y el Palacio de Rajoy (no es broma, se llama así).

¿Por qué se cuestionan estas cosas en Andalucía? ¿Qué se pretende deslegitimar? ¿Acaso no es Andalucía digna de tener su presidencia en un edificio histórico recuperado?

La Presidencia de la Junta de Andalucía es una institución de la comunidad autónoma, configurada en el Estatuto de Autonomía y es necesario y legítimo que se dote de una sede representativa. Fue una buena decisión, adoptada a finales de los ochenta, con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, situarla en un edificio histórico, en el Palacio de San Telmo, como lo fue, la de ubicar al Parlamento de Andalucía en el Hospital de las Cinco Llagas, ¿también lo vamos a revisar?

En las democracias consolidadas estas cosas, cuando se deciden ya no se cuestionan.

Javier Torres Vela es ex presidente del Parlamento de Andalucía.

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