Reportaje:

El estilete silencioso

Tras pasar inadvertido varias temporadas, Marcelo se ha vuelto imprescindible

Marcelo Vieira cumplirá 22 años el próximo día 12. La mayoría de los jugadores sudamericanos emigran a Europa a su edad o más tarde. Es un caso aparte. Llegó a España hace casi cuatro años. Desde entonces ha logrado establecerse en el equipo titular del Madrid como un elemento imprescindible. No hay otro lateral zurdo en la plantilla. Tampoco hay muchos especialistas de categoría en el mercado. Sin embargo, ha pasado prácticamente inadvertido en las últimas temporadas. Tal vez no tenga el carisma de Roberto Carlos, esa capacidad para lanzar mensajes encendidos o conectar con las tribunas. No s...

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Marcelo Vieira cumplirá 22 años el próximo día 12. La mayoría de los jugadores sudamericanos emigran a Europa a su edad o más tarde. Es un caso aparte. Llegó a España hace casi cuatro años. Desde entonces ha logrado establecerse en el equipo titular del Madrid como un elemento imprescindible. No hay otro lateral zurdo en la plantilla. Tampoco hay muchos especialistas de categoría en el mercado. Sin embargo, ha pasado prácticamente inadvertido en las últimas temporadas. Tal vez no tenga el carisma de Roberto Carlos, esa capacidad para lanzar mensajes encendidos o conectar con las tribunas. No se le puede acusar de populismo. Hace su trabajo, va a lo suyo y deja que la gente hable. Ayer hizo otro gran partido. Estuvo a la altura de los mejores y tuvo que cumplir tantos encargos como el que más. Los cubrió todos. Primero, paró a Juanfran, su compañero de baile en la banda izquierda. En el marcaje salió ganando el madridista. El osasunista tuvo una tarde difícil. Camacho se lo recriminó a su jugador, que acabó frustrado. Buena parte de la culpa fue de Marcelo, que se convirtió en un estilete. Con Kaká, Cristiano y Benzema desfilando frente a la portería de Ricardo, resultó extraño que este chico de Río llegase con más peligro que ninguno de ellos durante la primera hora. Ayer, Marcelo remató tres veces entre los tres palos. Una, de cabeza, en plancha. Fue su primer cabezazo a la red desde que llegó. Fue el 2-2, antes del descanso. El tanto aplacó las dudas en una tarde complicada.

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"Ha sido un partido raro", dijo Manuel Pellegrini, el entrenador madridista, cuando empezó su discurso tras el encuentro. El chileno, que desde hacía tres jornadas había visto crecer a su equipo con la combinación del trío Van der Vaart-Gago-Guti, fue testigo ayer de un bajón. "Hicimos el peor partido del año en el aspecto defensivo", confesó antes de negar que los espacios que se abrían entre sus líneas fuesen consecuencia de la baja de Van der Vaart y el mal estado de Guti, con una sobrecarga; "anduvimos mal individualmente, no porque hayamos cambiado de planteamiento con la entrada de Kaká y la salida de Van der Vaart. Fue una de las pocas tardes en que las cosas no nos salieron bien atrás. Arriba, no. Arriba, hicimos méritos para meter los tres goles".

Pellegrini señaló a los centrales y los volantes sin mencionar sus nombres. De Marcelo no pudo decir nada malo porque contra Osasuna hizo uno de sus mejores partidos. El viaje espiritual del brasileño ha sido vertiginoso. Tiene 22 años y parece un veterano. Llegó soltero y sin compromiso y hace unos meses nació su primer hijo. Soportó críticas devastadoras por no saber marcar y, poco a poco, ha ganado en anticipación y rigor táctico. Ya no se queda descolgado cuando la zaga bascula hacia la derecha. Se presentó ante Fabio Capello en diciembre de 2006 con el pelo cortado al uno y con el tiempo se ha dejado unos rizos que recuerdan el cambio de imagen de Jairzinho entre 1970 y 1974: del marine al afro.

Lo que no ha perdido Marcelo ha sido pase, llegada y gol. Es el máximo asistente del Madrid y suma siete goles; el último, el primero de cabeza. Entrando entre Azpilicueta y Roversio, como un 9, para rescatar a su equipo del tropiezo y reivindicar su gran valor.

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