Columna

Feijóo, Leiceaga y Aymerich

El pasado lunes, en una entrevista concedida a TVG, Núñez Feijóo volvió a repetir su conocida cantinela según la cual tras las próximas elecciones municipales es necesario que gobierne la lista más votada. El presidente de la Xunta sabe perfectamente -o eso creo- que las coaliciones de gobierno, realizadas muchas veces en detrimento de la minoría mayoritaria, y las alianzas postelectorales son absolutamente normales en una democracia parlamentaria con sistema electoral proporcional y, por tanto, debe explicar por qué considera indeseable en Galicia lo que es práctica habitual en las democracia...

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El pasado lunes, en una entrevista concedida a TVG, Núñez Feijóo volvió a repetir su conocida cantinela según la cual tras las próximas elecciones municipales es necesario que gobierne la lista más votada. El presidente de la Xunta sabe perfectamente -o eso creo- que las coaliciones de gobierno, realizadas muchas veces en detrimento de la minoría mayoritaria, y las alianzas postelectorales son absolutamente normales en una democracia parlamentaria con sistema electoral proporcional y, por tanto, debe explicar por qué considera indeseable en Galicia lo que es práctica habitual en las democracias más avanzadas de Europa. También debería aclarar Núñez Feijóo por qué el PP no concreta su propuesta en las ocasiones en que está en su mano hacerlo. Es el caso de Canarias, comunidad en la que el PP a través de un pacto con Coalición Canaria desplazó del poder al PSOE, que era la lista más votada en nuestro archipiélago atlántico. O por qué razón su partido patrocina mociones de censura a lo largo y ancho del país para arrebatarle el gobierno a fuerzas políticas que son las más votadas en sus respectivos municipios. Y aún tendría que demostrar que, teniendo en cuenta la estructura política de Galicia, un gobierno en minoría del PP es más eficaz y estable que una coalición de gobierno entre socialistas y nacionalistas sostenida por la mayoría de los concejales.

El PP reivindica que gobierne la lista más votada para desprestigiar la alternativa a la derecha

Pero es evidente que Feijóo y el PP no están para exhibiciones de coherencia política ni para ejercicios de pedagogía democrática. Con su reiterada reivindicación de que gobierne la lista más votada sólo persiguen un objetivo bien definido: estimular las diferencias entre la oposición y desprestigiar los gobiernos de coalición con el fin de que la ciudadanía asuma que el PSdeG y el BNG ya no constituyen una alternativa creíble a la derecha.

En sentido radicalmente opuesto se pronunció el domingo en una entrevista en la cadena SER el portavoz parlamentario del PSdeG, Xaquín Fernández Leiceaga. En sus declaraciones, Leiceaga destacó que existe una base sólida para colaborar con el Bloque tras las elecciones municipales. Si estas afirmaciones del portavoz parlamentario socialista no son desautorizadas por la dirección de su partido, quiere decir que el PSdeG está rompiendo con la ambigüedad que presidió su discurso en los últimos meses, recupera así credibilidad como fuerza de gobierno y se sitúa de nuevo como cabeza de la alternativa plural al Partido Popular.

Naturalmente, como reconoció el propio Leiceaga, al estar en la oposición la relación entre ambos partidos es de mayor autonomía y, en consecuencia, se expresa con mayor claridad el perfil de dos fuerzas políticas que tienen tradiciones muy diferentes y universos político-culturales diversos. Si tenemos en cuenta tales circunstancias, no debe extrañar que cada partido busque legítimamente ampliar su espacio y su influencia social, sobre todo si existen, como es el caso, vasos comunicantes entre amplios sectores de sus respectivos electorados potenciales.

Finalmente, conviene resaltar que el portavoz nacionalista, Carlos Aymerich, reivindicó con contundencia la necesidad de construir una alternativa al PP en todos los niveles y estimó que tal proceso avanza en el buen sentido. Recordó asimismo que tal eventualidad pasa por un acuerdo entre dos partidos diferentes (PSdeG y Bloque).

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Parece, pues, que socialistas y nacionalistas empiezan a superar el trauma que representó la inesperada derrota electoral de 2009 y han emprendido el buen camino. Si lo continúan con rigor y con firmeza, no sólo encontrarán de forma natural un espacio de unidad y colaboración, sino que se asentarán como una oposición creíble con vocación de alternativa. Primero en los gobiernos municipales tras las elecciones del 2011 y después al gobierno presidido por Feijóo, si se considera que el PP dispone de un solo diputado de diferencia respecto a la oposición, muy lejos de aquellas mayorías que obtenía en la época de Fraga, que le otorgaban un margen que oscilaba entre siete y diez escaños.

Así pues, es posible que nos encontremos ante una nueva fase de la política gallega que parece poner muy nerviosos a los dirigentes populares, como demuestra la salida de pata de banco protagonizada por el portavoz conservador, Ruíz Rivas, calificando de contubernio lo que es práctica habitual en todas las democracias de nuestro entorno.

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