Un hombre hecho a sí mismo
Nacido en una familia humilde, Gregorio Rojo (Briviesca, 1952) logró ascender hasta las más altas esferas gracias a su capacidad de adaptarse a lo imprevisto -en 2008, cuando su plataforma sufrió un batacazo en las elecciones de Caja Vital, quienes le conocen avisaban con razón que le quedaban cuatro o cinco vidas-.
Hijo de ferroviario, tuvo que dejar los estudios muy pronto y ponerse a buscar recursos. Afiliado al PSE, aunque mantiene su independencia en muchos aspectos, llegó a la vicepresidencia segunda de Vital en 1992, tras labrarse un nombre en el comercio minorista. Comenzó con u...
Nacido en una familia humilde, Gregorio Rojo (Briviesca, 1952) logró ascender hasta las más altas esferas gracias a su capacidad de adaptarse a lo imprevisto -en 2008, cuando su plataforma sufrió un batacazo en las elecciones de Caja Vital, quienes le conocen avisaban con razón que le quedaban cuatro o cinco vidas-.
Hijo de ferroviario, tuvo que dejar los estudios muy pronto y ponerse a buscar recursos. Afiliado al PSE, aunque mantiene su independencia en muchos aspectos, llegó a la vicepresidencia segunda de Vital en 1992, tras labrarse un nombre en el comercio minorista. Comenzó con un puesto de mariscos en la Plaza de Abastos de Vitoria que convirtió en una empresa de distribución alimentaria.
Madrugador, casado y con dos hijas -bailarinas profesionales- provoca todo menos indiferencia. Combina su poder de convicción con temibles arranques de irritación. Su hermano es el presidente del Senado, Javier Rojo.