Inoportuna lucha de poder en las cajas

La dimisión del presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros destapa la desunión que vive el sector en un momento crítico

En Estados Unidos llaman lame duck (pato cojo) al presidente del Gobierno cuando entra en la segunda mitad de su segundo y último mandato porque pierde capacidad para tomar decisiones de calado. Así es como muchos jugadores del sector financiero veían a Juan Ramón Quintás (A Coruña, 1943) los últimos meses de su presidencia en la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA). Quizá por eso realizó declaraciones que sonaron como exabruptos en el sector: petición de elecciones anticipadas ante la necesidad de un Gobierno fuerte para hacer frente a la crisis (golpe al Ejecutivo), y la ...

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En Estados Unidos llaman lame duck (pato cojo) al presidente del Gobierno cuando entra en la segunda mitad de su segundo y último mandato porque pierde capacidad para tomar decisiones de calado. Así es como muchos jugadores del sector financiero veían a Juan Ramón Quintás (A Coruña, 1943) los últimos meses de su presidencia en la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA). Quizá por eso realizó declaraciones que sonaron como exabruptos en el sector: petición de elecciones anticipadas ante la necesidad de un Gobierno fuerte para hacer frente a la crisis (golpe al Ejecutivo), y la sugerencia de que el gobernador del Banco de España se comporta como un "trilero" por intentar que las cajas se parezcan a los bancos aprovechando las fusiones, sin cambiar la ley (golpe al supervisor).

Quintás dimitió al detectar cambios en los apoyos por presión del Gobierno
Las grandes cajas quieren modernizar el sector y el resto teme privatizaciones

Con presión ambiental por las quejas del Banco de España y el Gobierno ante el retraso en las fusiones, el miércoles pasado se produjo un tumultuoso Consejo de Administración de la CECA en Sevilla que acabó con la dimisión de Quintás. Hasta poco antes de ese momento todo estaba pactado: Amado Franco, presidente de Ibercaja, sería el nuevo responsable de la patronal. Sin embargo, los mismos presidentes de las cajas que habían apoyado a Franco cambiaron de opinión por presiones del Gobierno e intentaron buscar consenso para aupar a Isidro Fainé (Manresa, 1942), presidente de La Caixa, al máximo puesto de la Confederación.

La maniobra comenzó el miércoles 10 de marzo, cuando Elena Salgado, vicepresidenta y ministra de Economía, telefoneó a Quintás para abogar por Fainé, según fuentes cercanas al ex presidente. Poco después lo hicieron políticos del PSOE y del PP. La reacción de Quintás, con 16 años al frente de las cajas, fue la contraria a la buscada. Se revolvió contra estas presiones y el 10 de marzo envió una carta a todos los presidentes pidiéndoles que, en el siguiente Consejo, se votara por la única candidatura existente, la de Amado Franco. Una jugada arriesgada que no le salió porque el Consejo no lo admitió la votación. Mientras, el presidente de La Caixa dijo estar dispuesto a asumir el cargo por un periodo limitado de tiempo (entre 1,5 y dos años), siempre que una mayoría del sector lo pidiera. La incomprensión llegó a tal límite que Quintás no aceptó continuar en su puesto ni un minuto más, ni siquiera hasta el siguiente Consejo, que se celebrará el 20 de abril, y dimitió. Caos total.

"Nadie puede dudar que hoy estamos peor que hace una semana. La cuestión es si dentro de un mes habremos mejorado con un presidente que aglutine al sector o sólo avanzado hacia el precipicio", comenta una fuente de la Administración. Es decir, si el 20 de abril no se arregla la situación, las cajas más débiles entrarán en un laberinto infernal: se acaba el tiempo dado por Bruselas (30 de junio) para acudir al fondo de rescate; no pueden financiarse en los mercados porque están cerrados (dependen de que el BCE les siga prestando) y las cuentas de resultados empeoran cada mes por la caída de los márgenes financieros.

Mucho debe haber en juego para que un sector tan debilitado haya hecho saltar por los aires su ambiente de cordialidad y deje a la luz la profunda división entre las cajas sobre el modelo de futuro. Las grandes entidades (La Caixa, Caja Madrid, Bancaja, CAM y Unicaja), que no son necesariamente las más rentables, apuestan por "la profesionalización, la reducción de políticos en los consejos, la internacionalización y la búsqueda de capital en los mercados", según una de ellas.

Fainé ha defendido la naturaleza de las cajas, así como su función social, aunque cuenta con una filial, Criteria, que cotiza en Bolsa. Las grandes cajas insisten: "No tiene que haber un mismo modelo para todas porque sus necesidades son diferentes".

Para José María Martínez, responsable de CC OO, sindicato mayoritario en las cajas, esta posición "conduce hacia la privatización. Hay agendas ocultas llevadas desde algunos partidos, grandes grupos industriales y la oligarquía financiera para hacerse con ellas. Ése es el verdadero debate de fondo".

Dentro del PP ha habido voces a favor de esa privatización y la creación de grandes cajas nacionales, que algunos temen que acabe con el reparto de las entidades entre las grandes. Quintás desconfía de las grandes cajas y ha denunciado el interés por convertirlas en bancos aprovechando las fusiones. Franco coincide con él. "No me gustaría que se privatizaran las cajas", sostiene, "lo que quiero es que mantengan su personalidad, el compromiso económico y social de los territorios donde actúan y la obra social. Además, habrá que actualizar la normativa para que puedan competir en el nuevo escenario financiero, pero sin desfigurarse". Las claves son dos: las cuotas participativas (similares a las acciones) con derechos políticos y las fusiones cuando se apoyan en bancos. ¿Por qué el Gobierno no quiere a Franco en la CECA? Dicen que, a diferencia de Fainé, no tiene la capacidad de liderar el sector ni su empatía con los nacionalistas, el PP y el PSOE. Pero lo cierto es que representan modelos diferentes. Los veteranos auguran tensión hasta el 20 de abril y, victoria de los grandes a última hora.

Juan Ramón Quintás (izquierda) saluda al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en un acto de 2009.GORKA LEJARCEGI

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