Análisis:

La rival

Semanas atrás, cuando la actriz Mo' Nique ganó el Globo de Oro, leí a un columnista español tildarla de "esa gorila". Me fastidia que sólo se disculpe la incorrección en el lenguaje por grandes razones como el patriotismo. En este caso, la actriz le ganó el premio a Penélope y eso justificaba el insulto. Pero Penélope no necesita campañas de apoyo. Es probable que esta misma madrugada se haya quedado sin Oscar, porque se lo haya arrebatado de nuevo Mo' Nique por su papel en el hinchado dramón Precious, pero el mérito de haber nacido en Alcobendas y tener un Oscar y dos nominaciones no s...

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Semanas atrás, cuando la actriz Mo' Nique ganó el Globo de Oro, leí a un columnista español tildarla de "esa gorila". Me fastidia que sólo se disculpe la incorrección en el lenguaje por grandes razones como el patriotismo. En este caso, la actriz le ganó el premio a Penélope y eso justificaba el insulto. Pero Penélope no necesita campañas de apoyo. Es probable que esta misma madrugada se haya quedado sin Oscar, porque se lo haya arrebatado de nuevo Mo' Nique por su papel en el hinchado dramón Precious, pero el mérito de haber nacido en Alcobendas y tener un Oscar y dos nominaciones no se lo quita nadie.

Mo' Nique es una conocidísima cómica que lleva años llenando teatros de EE UU con su reivindicación de la mujer negra, gorda y sin depilar. Rompe las costuras del mundo hortera de Oprah. Sus monólogos son una descarga de adrenalina feminista brutal llena de muletillas deliciosas como nigger, motherfucker, skinnybitch y blackshit, soltadas con la alegría con la que una vedette de El Molino destrozaba a algún espectador. Es la heredera natural del humor bestia y negro de los monólogos de Eddie Murphy, en su momento un genio del género. Tiene un programa de televisión y hasta un concurso de elección de negras gordas talentosas donde da rienda suelta a su falta de complejos frente a las delgaduchas. Si España hubiera querido ponerle rival para un combate deslenguado tendríamos que haber mandado a Loles León, la cómica más brillante en el género del boxeo dialéctico a pie de escena.

Hace años explicó Groucho Marx lo absurdo que resultaba percibir la sorpresa de los críticos cuando un cómico triunfaba en un papel serio; lo raro, sostenía, es que un actor dramático pueda lograr hacer reír. La risa contiene tal cantidad de drama filtrado y molido que seguramente Mo' Nique, para su operística intervención como madre abusadora, lo único que tuvo que hacer es sacar afuera el material que alimenta sus chistes, pero hacerlo sin asomo de ironía. Quizá por no ceder al chantaje de la seriedad, grandes cómicos como el propio Groucho, Chaplin, Cary Grant o Totó se quedaron sin su premio. De risa.

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