El mar rompió sobre la proa cuando el barco cabeceaba

¿Por qué a un barco hecho para romper hielo y con una excelente calificación en su seguridad se le rompen los cristales con una ola? El crucero Louis Majesty quedó en medio de un cóctel de mal tiempo y mala suerte en medio de las aguas del Golfo de León. Esto es lo que los expertos deducen del análisis de las condiciones meteorológicas y náuticas.

Lo más probable es que una gran ola rompiera casi de frente con el crucero cuando éste cabeceaba, en el momento en que la popa estaba más alta que la proa, explica Xavier Martínez de Osés, profesor de la Facultad de Ciencias Náuticas de...

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¿Por qué a un barco hecho para romper hielo y con una excelente calificación en su seguridad se le rompen los cristales con una ola? El crucero Louis Majesty quedó en medio de un cóctel de mal tiempo y mala suerte en medio de las aguas del Golfo de León. Esto es lo que los expertos deducen del análisis de las condiciones meteorológicas y náuticas.

Lo más probable es que una gran ola rompiera casi de frente con el crucero cuando éste cabeceaba, en el momento en que la popa estaba más alta que la proa, explica Xavier Martínez de Osés, profesor de la Facultad de Ciencias Náuticas de la Universidad Politécnica de Cataluña.

"La tormenta del lunes fue la tormenta del año, aunque no fue excepcional", dice Enrique Álvarez, uno de los jefes de Puertos del Estado. Según indica la información de una boya ubicada a unos 12 kilómetros al este del barco, la frecuencia de las olas era de 7,5 segundos y un tercio de ellas tenía una altura de 5,2 metros. Algunas alcanzaron hasta los 10 metros. El Servicio Meteorológico Catalán registró vientos de hasta 68 kilómetros por hora.

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Jordi Salat, oceanógrafo del Instituto de las Ciencias del Mar, explica que éste es uno de los puntos del Mediterráneo donde el viento sopla con más frecuencia y confluyen dos grandes frentes, lo que genera cambios intempestivos.

El caso tampoco es novedoso. En febrero del 2005, las olas rompieron los ventanales del crucero Grand Voyager, que había zarpado de Túnez. El agua dañó los sistemas eléctricos y el barco estuvo 36 horas a la deriva. El incidente dejó seis pasajeros con fracturas.

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