Tàpies y Perejaume, contra la reforma de un edificio de Sant Pol

Toda reforma puede generar críticas, pero si éstas la encabezan personalidades del mundo cultural como los artistas Antoni Tàpies y Perejaume, el arquitecto Juan José Lahuerta, el historiador Josep Maria Ainaud de Lasarte y la restauradora Carme Ruscalleda, adquieren más protagonismo.

Esto es lo que ha ocurrido con el proyecto de reforma del edificio modernista de Les Escoles de Sant Pol de Mar (Maresme), construido por Ignasi Mas i Morell en 1910. Ayer entregaron una carta en el Ayuntamiento de esta localidad con la firma de todos ellos en la que manifestaban su malestar por el proyec...

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Toda reforma puede generar críticas, pero si éstas la encabezan personalidades del mundo cultural como los artistas Antoni Tàpies y Perejaume, el arquitecto Juan José Lahuerta, el historiador Josep Maria Ainaud de Lasarte y la restauradora Carme Ruscalleda, adquieren más protagonismo.

Esto es lo que ha ocurrido con el proyecto de reforma del edificio modernista de Les Escoles de Sant Pol de Mar (Maresme), construido por Ignasi Mas i Morell en 1910. Ayer entregaron una carta en el Ayuntamiento de esta localidad con la firma de todos ellos en la que manifestaban su malestar por el proyecto de convertir el edificio en biblioteca municipal. Según los firmantes, Les Escoles es un edificio protegido y el de mayor valor patrimonial de la localidad, por eso "vaciar el firme del patio para construir un espacio nuevo, alzar una pérgola, variar los accesos y mutilar un extremo del edificio original es un disparate". Y reclaman: "si la biblioteca pide un determinado volumen que el edificio no tiene, que se ubique en otro espacio".

Sin embargo, el alcalde, Manuel Mombiela, afirma que la reforma "devolverá la grandeza al edificio" y que "la carta es una sugerencia, no una crítica".

Por su parte, Toño Foraster, de AV62 arquitectos, responsable de la rehabilitación (valorada en 1,28 millones de euros), califica su proyecto "de muy conservador", y explica: "lo que se derriba es una estructura de los años cuarenta sin valor patrimonial, que además está cayéndose". Según el arquitecto, las bases que fija la Diputación para ubicar allí una biblioteca obligan a crear un espacio subterráneo bajo el patio. "El problema no es el proyecto, sino el uso que se le va a dar al edificio", afirma Foraster. "De todas formas, queremos que todo el mundo esté contento, por eso, el viernes nos reunimos con los promotores de la carta", explica.

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