Reportaje:Diseño

El poder de un florero peludo

El singular mobiliario de Fredrikson Stallard juega al arte con objetos cotidianos

Antes de entrar en el estudio de los diseñadores Fredrikson Stallard es inevitable sentir inquietud. Al fin y al cabo, esta firma bicéfala ha ideado objetos como un jarrón del que crecen crines de caballo, un cepillo en forma de crucifijo y una alfombra, The Lovers, que alude a la cantidad media de sangre que contienen dos cuerpos humanos.

Pero en el interior se disipa cualquier aprensión. Patrik Fredrikson (Suecia, 1968) e Ian Stallard (Inglaterra, 1973) son divertidos y buenos conversadores. Su casa y lugar de trabajo, una antigua fábrica de moquetas, resulta inesperadamente acogedora...

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Antes de entrar en el estudio de los diseñadores Fredrikson Stallard es inevitable sentir inquietud. Al fin y al cabo, esta firma bicéfala ha ideado objetos como un jarrón del que crecen crines de caballo, un cepillo en forma de crucifijo y una alfombra, The Lovers, que alude a la cantidad media de sangre que contienen dos cuerpos humanos.

Pero en el interior se disipa cualquier aprensión. Patrik Fredrikson (Suecia, 1968) e Ian Stallard (Inglaterra, 1973) son divertidos y buenos conversadores. Su casa y lugar de trabajo, una antigua fábrica de moquetas, resulta inesperadamente acogedora. Y eso que está decorada con pájaros disecados y osamenta animal. "Cuando empiezas, necesitas llamar la atención. Hicimos piezas como el jarrón peludo o la alfombra. Ahora intentamos ser más sofisticados", asegura Fredrikson.

Describen sus piezas como "cuentos de hadas para adultos"

Los diseñadores se conocieron en 1995, estudiando en la conocida escuela londinense Central Saint Martins. Tras años de colaboraciones, finalmente fundaron un estudio conjunto en 2005. Desde entonces, esta pareja profesional y sentimental ha colaborado con Swarovski, Chanel, Veuve Clicquot y la compañía norteamericana de mobiliario Bernhardt, con la que lanzarán una colección. Te-niendo en cuenta la cantidad de artículos que se han dedicado a Fredrikson Stallard en revistas de estilo, diseño o decoración, se podría decir que son los niños bo-nitos de la prensa especializada.

Su éxito reside en la sorpresa que encierran sus diseños, que ellos describen como "cuentos de hadas para adultos". Y en la manera tan natural con la que difuminan las divisiones entre diseño y arte. Lo que no quiere decir que sus piezas no salgan de las salas de exposiciones. También deben funcionar en el plano práctico: "Celebramos lo artesanal. Nos distingue que para nosotros el ordenador es una herramienta más. Nos gusta trabajar con las manos, porque una silla tiene que ser cómoda y hay que probar todas las posibilidades hasta conseguirlo". Efectivamente el sillón Pyrénées -una cordillera montañosa de espuma de poliuretano- es muy cómodo: Del panorama de diseño actual, recelan de la ubicua etiqueta ecológica: "Si se producen muchos ejemplares de algo, no importa si se usa cartón o bambú", declara Stallard, "la cultura de usar y tirar es lo que afecta al medio ambiente. Queremos hacer piezas duraderas. Quizás haya que ahorrar para comprarlas, pero pueden ser heredadas. Como sucedía antes"

Su próxima exposición tendrá lugar desde el 9 de febrero en OA Madrid, galería y tienda de objetos de arte. Incluirá algunos de sus grandes éxitos y su última colección, Hot Rod, que según los diseñadores "se odia o se ama". Se trata de unos jarrones pintados a la manera de los automóviles americanos tuneados que pretenden explorar los símbolos de poder: "Durante la dinastía Ming pintaban jarrones con llamas, nubes y dragones para simbolizar estatus. En nuestro caso hemos utilizado el equivalente en la cultura contemporánea: coches y chicas".

Los diseñadores consideran Londres el lugar ideal para crear. "Es un crisol de culturas. Milán es una casa familiar a la que tienes que ser invitado y Londres, en cambio, una fiesta en la que todos se cuelan. Ahora mismo no hay otra ciudad con la misma concepción vanguardista del diseño. Y es tan cara, que hay que trabajar duro para vivir. Algo bueno tiene que salir de esa presión", discurre Stallard.

Viven y trabajan en un dickensiano callejón del barrio de Dalston, descrito por Vogue Italia como el enclave más cool del Reino Unido, donde los garitos nocturnos y los estudios de diseñadores crecen como setas: "Llegamos aquí hace unos años. No nos gusta seguir tendencias. En todo caso, las predecimos".

Los diseñadores Patrik Fredrikson e Ian Stallard.
Jarrón de la última colección de Fredrikson Stallard

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