ESCENA

Cuando dos son multitud

Mucho ha tardado en llegar a Madrid esta obra de éxito, premio Laurence Olivier 2001 a la mejor comedia, cuya versión catalana se estrenó ese mismo año, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Piedras en los bolsillos necesitaba un director con temperamento cómico, una adaptación coloquial chispeante y dos actores capaces de pasar de un personaje a otro en el lapso que separa la sístole de la diástole: solos, interpretan 16 papeles con voz y voto, y a un puñado de figurantes.

Marie Jones (Belfast, 1951), su autora, cuenta las peripecias de Jack y Charlie (Fali y Lolo, en la ver...

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Mucho ha tardado en llegar a Madrid esta obra de éxito, premio Laurence Olivier 2001 a la mejor comedia, cuya versión catalana se estrenó ese mismo año, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Piedras en los bolsillos necesitaba un director con temperamento cómico, una adaptación coloquial chispeante y dos actores capaces de pasar de un personaje a otro en el lapso que separa la sístole de la diástole: solos, interpretan 16 papeles con voz y voto, y a un puñado de figurantes.

Marie Jones (Belfast, 1951), su autora, cuenta las peripecias de Jack y Charlie (Fali y Lolo, en la versión de Juan Cavestany), extras de una superproducción protagonizada por una estrella de Hollywood en horas bajas. Son dos perdedores en espera de una buena racha. Lolo, actor vocacional, se vio abocado a hacer cine porno mal remunerado y a perder a su novia, muerta de celos. Fali quiere escribir para la pantalla: pretende colocarle un guión a Ernesto de la Guardia, director del rodaje.

PIEDRAS EN LOS BOLSILLOS

Autora: Marie Jones. Adaptación: Juan Cavestany. Intérpretes: Fernando Tejero y Julián Villagrán. Coreografía: Alicia P. Mántaras. Escenografía: Pepe Uría. Dirección: Hernán Gené. Teatro Lara. Hasta el 21 de marzo.

Cavestany, acomoda con libertad el texto de Jones al castellano fluido de la calle, de modo que en ningún momento parece una traducción. En su trasvase del original a Andalucía se nota que conoce bien el cine por dentro.

En lo que tarda en girar sobre sí mismo, Fernando Tejero, intérprete de Fali, se transforma en De la Guardia; en Tony, su ayudante de dirección; en Rosa, la ex de Lolo; en Carolina Bell, estrella norteamericana, y en Angelín, extra que juega un papel crucial en el desenlace. Todas estas mutaciones suceden a la vista, sin trampa ni cartón. Julián Villagrán, Lolo, en un chasquido de dedos se convierte en Lara, la script; en Ray, representante de Carolina Bell; en un extra veterano...

En el comienzo de una función previa al estreno oficial, aún siendo fluida, la interpretación tuvo algún pero: a Lolo se le pegó un amaneramiento de Lara, y la voz de Carolina Bell parecía más de morito que de moza. Tejero y Villagrán se fueron haciendo con el tempo de las mutaciones, para acabar marcándolo a placer. En el último tramo, ambos eran mejores actores, y nosotros un público mejor. Su trabajo, basado en una composición física básica instantánea, sin apenas cambios de voz, resulta ejemplo de sencillez. Sólo hacen alarde de virtuosismo en la escena entre Angelín y Caroline (encarnados por Tejero), y entre Lolo y Trucha (por Villagrán), cuando cada uno dialoga consigo mismo como Sarasate con su violín.

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Detrás de ambos está el trabajo de Hernán Gené, director de Horacios y Curiácios, el brecht en clave de clown con el que La Abadía obtuvo el Max al mejor espectáculo de 2005. Gené, experto en misiones cómicas imposibles, da confianza a sus actores, inventa gags y hace añicos la cuarta pared. Maneja un arsenal de recursos. En la coreografía breve que les ha montado Alicia P. Mántaras, Villagrán y Tejero se revelan como clowns excelentes y arranca un aplauso por derecho.

Piedras en los bolsillos es teatro comercial de calidad, del que no abunda. Aunque su final sea algo tópico, y en el clímax previo falte verdad en este montaje, uno sale del teatro sobradamente reído y con la sensación del tiempo bien empleado.

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