Reportaje:

La cara de póker es gallega

May Maceiras, primera mujer en ganar torneos en el campeonato de España y habitual en las mesas de Las Vegas, da continuidad a una saga de jugadores

Lejos de sórdidos antros y taimados tahúres el póker crece como una disciplina tan plena de aristas como apasionante, con un punto de complejidad que le convierte en un desafío indomable incluso para las mentes más despiertas. No hay azar ni fortuna, sino constancia, psicología y muchas horas de estudio, las que le echa María Maceiras, profesional de la baraja, una publicista que no llega a los 30 y que ha aparcado su trabajo en la agencia de la que es asociada en Vigo para recorrer el mundo con tréboles y picas, también para jugar en Internet, el mayor de los casinos.

A Maceiras le gus...

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Lejos de sórdidos antros y taimados tahúres el póker crece como una disciplina tan plena de aristas como apasionante, con un punto de complejidad que le convierte en un desafío indomable incluso para las mentes más despiertas. No hay azar ni fortuna, sino constancia, psicología y muchas horas de estudio, las que le echa María Maceiras, profesional de la baraja, una publicista que no llega a los 30 y que ha aparcado su trabajo en la agencia de la que es asociada en Vigo para recorrer el mundo con tréboles y picas, también para jugar en Internet, el mayor de los casinos.

A Maceiras le gusta que le llamen May, siempre lleva dos barajas en el bolso y no da la impresión de portar ases en las mangas. Expresiva y didáctica, tiene claro que el amor por las cartas lo lleva en la sangre. Su bisabuelo iba cada 15 días a la feria de Betanzos: se sabía con cuantas vacas partía, pero no con cuantas regresaba. La culpa era del chirivito, una variante del póker que se juega con baraja española y que hizo fortuna en la posguerra. Juan, padre de May y alcalde de Miño, deslumbró a mucha gente cuando hace dos años se supo que había ganado cerca de 250.000 euros en el póker on line. En realidad llevaba toda una vida con la baraja y en una suerte de apostolado: su hijo Juan, el hermano de May, cambió el fútbol, donde llegó a jugar en las categorías inferiores del Deportivo y en el Pontevedra, para convertirse en profesional de las cartas. "Podríamos seguir así toda la vida. Conozco a un señor de 80 años que todavía gana torneos", resalta May Maceiras, que entrega a su pasión una vida atribulada.

El juego tiene mucho de estadística; el azar no influye apenas en el largo plazo
Tras aparcar su anterior trabajo, es una profesional en mesa y 'on line'

Durante el último trimestre acudió a mesas de Vilamoura, Madrid, Barcelona, Canarias y Viena. En verano estuvo en Las Vegas. De los últimos 90 días tan sólo pasó 15 en su casa de Vigo, un apartamento que comparte con su novio y en el que acaban de sacrificar la mesa del comedor para dejar espacio a cuatro pantallas y potentes ordenadores que les permiten jugar en red en varias salas a la vez. "Me da igual no ver las caras porque me baso más en datos estadísticos de los rivales, además Internet te permite compartir conocimientos", explica May Maceiras.

Porque quienes piensen que hay azar en el póker tienen serias opciones de salir trasquilados. "Miramos al largo plazo y ahí la desviación de la media es menor", explica Julio Doce, pareja de Maceiras, un tipo al que se le ve a gusto entre matemáticas y estadísticas. Juegan al Texas Hold'Em, la disciplina estrella que mueve millones en todo el mundo y en la que cada jugador comienza con dos cartas en mano y busca combinaciones a partir de otras cinco boca arriba sobre la mesa. "No es como la ruleta, donde no puedes hacer nada para mejorar resultados y por eso es totalmente opuesto a la ludopatía, prevalece la habilidad", matiza Doce. "Estadística, psicología, estrategia, autocontrol", enumera Maceiras cuando se le piden condiciones para ser un buen jugador. "Y sentidiño", apostilla, "porque lo primero que tienes que aprender es a gestionar la banca, el dinero del que dispones inicialmente". Esa prudencia ha encumbrado a Maceiras como referente de una disciplina que no entiende de diferencias de género, pero en la que las mujeres son minoría. La primera vez que se sentó en una mesa para jugar a Texas Hold'Em fue en Canarias. Había ganado su derecho a estar allí a partir en una fase previa que se disputó on line. "Llegué allí y era la única chica", recuerda. A los seis meses ya tenía una oferta del Team Everest, un grupo de elegidos que representa a la sala de póker on line líder en Europa. Es la única española.

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El patrocinio le llenó de argumentos para aparcar su trabajo en relaciones públicas, para entregarse al estudio del póker, a mejorar en el control emocional del triunfo y el fracaso. Fue la primera mujer en ganar torneos en el campeonato de España, ha disputado dos veces la final de European Póker Tour y es habitual de las World Series en Las Vegas. "La clave es la disciplina", previene antes de desgranar como gracias al cuidado de los pequeños detalles puede engordar la cuenta corriente. "Importa como se juega, pero con el tiempo aprendes a percibir cuando alguien tiene una buena mano. Puede ser por la manera de dejar las fichas, porque mira al techo, por cualquier gesto". Por eso la expresiva May se transforma en la mesa, se parapeta tras unas gafas de sol o una gorra y pone su mejor cara de póker.

La jugadora de póker May Maceiras, durante una partida.

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