Crítica:ROCK | Rammstein

Listos y profesionales

En el mundo en que vivimos, nada mejor que tener claro a quién quieres llegar. Se ignora qué pensaban Rammstein sobre su futuro cuando se presentaron años ha en el desaparecido Garatge, pero ya entonces tenían una estética que llamaba la atención y usaron, como el jueves en Badalona, una lancha en la que navegar sobre las cabezas de sus seguidores. Se podría decir que lo único que ha cambiado es el número de espectadores, hoy multitud.

Rammstein han conseguido alcanzar a un público en el que se mezclan góticos, amantes del metal, algunos punkis y amantes genéricos de la oscuridad...

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En el mundo en que vivimos, nada mejor que tener claro a quién quieres llegar. Se ignora qué pensaban Rammstein sobre su futuro cuando se presentaron años ha en el desaparecido Garatge, pero ya entonces tenían una estética que llamaba la atención y usaron, como el jueves en Badalona, una lancha en la que navegar sobre las cabezas de sus seguidores. Se podría decir que lo único que ha cambiado es el número de espectadores, hoy multitud.

Rammstein han conseguido alcanzar a un público en el que se mezclan góticos, amantes del metal, algunos punkis y amantes genéricos de la oscuridad. En general, todos los incomprendidos por su tendencia luctuosa o por su afición al piercing al por mayor pueden acogerse bajo el paraguas de los alemanes. Éstos escenifican su mensaje en un envoltorio militarista cruzado con estética sadomasoquista y formulado en clave totalitaria con ribetes de homosexualidad. Unen así a Hitler con Marilyn Manson y Mad Max, y el cuero con el fuego de su abundante pirotecnia, sirviéndolo todo con un rock cuadrado sin matices y algo zoquete. Todo ello se sustancia en su cantante, cuya masculinidad reduce a Pedro Picapiedra a los niveles de Bécquer.

RAMMSTEIN

Palau Olímpic Badalona. Badalona, 12 de noviembre.

Sabiendo a qué juegan, Rammstein juegan muy bien. Su espectáculo resulta ingenuo, pero carece de fisuras al estar concebido conociéndose su finalidad. La música, acorde con el mensaje del grupo, es una especie de metal épico, una suerte de cruce entre unos Metallica desbravados y un Wagner rebajado de octanaje, lo justo y necesario para triunfar. Lo que ya se vio hace años en Garatge: una banda que conoce la importancia de la imagen y de su vertebración en el mensaje musical. Buenos no son, pero listos y profesionales, un rato largo.

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