Entusiasmo
Todo pasa, y lo que pasa más rápidamente, lo que antes se disipa, lo que raras veces nos acompaña hasta la vejez es el entusiasmo. El paso del tiempo acostumbra volver a los humanos cínicos, cuando no sarcásticos, descreídos o directamente hastiados. Billy Bragg tiene casi 52 años y un entusiasmo más que contagioso, emocionante.
El suyo fue un concierto espléndido en lo musical y en lo relativo al espectáculo, no otra cosa que una humorística puesta en palabra de la clarividencia y lucidez de Bragg. Que nadie piense en un izquierdoso trasnochado y entrañable aventando panfletos, sino má...
Todo pasa, y lo que pasa más rápidamente, lo que antes se disipa, lo que raras veces nos acompaña hasta la vejez es el entusiasmo. El paso del tiempo acostumbra volver a los humanos cínicos, cuando no sarcásticos, descreídos o directamente hastiados. Billy Bragg tiene casi 52 años y un entusiasmo más que contagioso, emocionante.
El suyo fue un concierto espléndido en lo musical y en lo relativo al espectáculo, no otra cosa que una humorística puesta en palabra de la clarividencia y lucidez de Bragg. Que nadie piense en un izquierdoso trasnochado y entrañable aventando panfletos, sino más bien en alguien a quien entusiasmo y esperanza no conducen a ingenuidad y simpleza.
Sólo con guitarras acústicas o eléctricas, Bragg cantó viejos éxitos, canciones de Woodie Guthrie de escalofriante actualidad, novedades de su repertorio y, en suma, composiciones enormes, bellas, sensibles y sentidas. Mezcla, pues, euforizante de hermosas y hondas historias cantadas y contadas. Espléndido.
Billy Bragg
Bikini
Barcelona, 16 de octubre