Editorial:

Centrista Cameron

El líder conservador británico ha pronunciado en la conferencia de su partido un discurso impregnado de Downing Street. David Cameron ha hablado más al conjunto de los británicos que a sus propios y satisfechos correligionarios. Sin triunfalismos, sin ocultar la amarga medicina que deberá dispensar un Gobierno tory si, como todo sugiere (10 puntos de ventaja en intención de voto), los conservadores vuelven al poder la primavera próxima, después de 12 años largos de laborismo.

Detrás del mantra "más individuo, menos Estado", el compromiso de Cameron es centrista y moderado, alguie...

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El líder conservador británico ha pronunciado en la conferencia de su partido un discurso impregnado de Downing Street. David Cameron ha hablado más al conjunto de los británicos que a sus propios y satisfechos correligionarios. Sin triunfalismos, sin ocultar la amarga medicina que deberá dispensar un Gobierno tory si, como todo sugiere (10 puntos de ventaja en intención de voto), los conservadores vuelven al poder la primavera próxima, después de 12 años largos de laborismo.

Detrás del mantra "más individuo, menos Estado", el compromiso de Cameron es centrista y moderado, alguien que se ha desembarazado de la sombra de Margaret Thatcher. El joven jefe tory no ha entrado en Manchester en políticas concretas ni detalles económicos. Ya se encargó su probable ministro de Hacienda, George Osborne, de dibujar un panorama de esfuerzos fiscales y recorte de gastos. El mensaje de Cameron ha sido más sobre valores, un llamamiento realista al conjunto de la sociedad para que acepte que salir del pozo implica sacrificios. Quizá no le ayude a ganar muchos más votos, pero no ha escurrido el bulto. Los conservadores, sin embargo, tienen que refinar su propuesta. Han de explicar mejor el alcance y las prioridades entre sus numerosas recetas para la economía, la justicia, la educación o la sanidad.

Cameron ha dejado en el aire un elemento crucial de su política: Europa. El dirigente conservador, acreditado euroescéptico, ha prometido un referéndum sobre el Tratado de Lisboa si se convierte en primer ministro antes de que entre en vigor, algo improbable pese al torpedeamiento del presidente checo. Pero hay fuerzas poderosas en su partido que quieren la consulta en cualquier caso, más allá de la renegociación de la posición de Londres. Lo que entonces estaría en juego es si el Reino Unido sigue o no dentro de esa UE presuntamente fortalecida.

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