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¿Se ha roto el diálogo social?

Parece que sí se ha roto el diálogo social, aunque en el último período nunca lo haya habido. Para que haya diálogo social es preciso atenerse a lo acordado sobre qué dialogar y tener voluntad de entendimiento. Ninguna de estas dos premisas se dio por parte de la CEOE. Por el contrario, se ha empecinado en poner encima de la mesa cuestiones que no figuraban en el temario acordado en la Declaración del 29 de julio del pasado año que marca su contenido.

Los recientes procesos de diálogo social se abren con la firma del Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad del Empleo en 1997. En 198...

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Parece que sí se ha roto el diálogo social, aunque en el último período nunca lo haya habido. Para que haya diálogo social es preciso atenerse a lo acordado sobre qué dialogar y tener voluntad de entendimiento. Ninguna de estas dos premisas se dio por parte de la CEOE. Por el contrario, se ha empecinado en poner encima de la mesa cuestiones que no figuraban en el temario acordado en la Declaración del 29 de julio del pasado año que marca su contenido.

Los recientes procesos de diálogo social se abren con la firma del Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad del Empleo en 1997. En 1987 la tasa de estabilidad era el 84,4%, diez años después, en 1996, desciende en casi veinte puntos, hasta el 66,3%, situándose 22 puntos por debajo de la media europea. Ante la precarización del mercado de trabajo, la estabilidad se erige como un objetivo estratégico. Ello llevó a los sindicatos a pactar un modelo de contrato indefinido bonificado y con una importante reducción de la indemnización por despido. Por su parte, los empresarios asumían el compromiso de aproximar las tasas de estabilidad a niveles homogéneos con Europa.

Estos esfuerzos consiguieron detener este deterioro y en 2005 la tasa de estabilidad se mantiene en el 66,7%; ese es el logro de ese acuerdo. A cambio de este mantenimiento, los empresarios dispusieron entre 2001 y 2005 de más de 10.000 millones de euros en los presupuestos del Inem para bonificaciones de cuotas por contratación.

En 2006 se da un nuevo impulso y, manteniendo básicamente lo acordado en 1997, bonificaciones y reducción de indemnización por despido, se establece, entre otras cuestiones, que las personas con dos o más contratos temporales que lleven más de dos años en la misma empresa, sean fijos. Los presupuestos del Inem desde el de 2006 hasta el actual han destinado casi 12.000 millones de euros para bonificar la contratación. En los últimos nueve años se han presupuestado unas bonificaciones empresariales para fomento de la estabilidad de 22.000 millones de euros. Esta modificación pactada en 2006 del Estatuto de los Trabajadores debería suponer, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), que casi 1,2 millones de trabajadores con relación temporal en la misma empresa desde hace más de dos años, pasen a ser fijos. Estas transformaciones incrementarían la tasa de estabilidad directamente en 7,5 puntos, situándola en el 82,3%, muy próxima a la de 1987 y a solo tres puntos de la media europea.

La crisis económica hace aflorar uno de los efectos más perversos de la precarización. Si nuestro modelo de relaciones laborales da especial relevancia a la negociación entre empresarios y comités de empresa en la adopción de medidas para suspender temporalmente los contratos de trabajo, la temporalidad deja esta decisión exclusivamente en el ámbito empresarial. En Galicia vemos como en el 40% de las empresas de más de 300 trabajadores se han perdido más de 30 puestos de trabajo sin que en muchos casos existiera un ERE. En las empresas entre 100 y 300 trabajadores, el 31% perdieron más del 10% de su plantilla con un porcentaje muy inferior de EREs. La explicación de una parte importante del fuerte incremento del paro se encuentra en esta eliminación de puestos de trabajo que, de no ser temporales, muchos de ellos se habrían mantenido con mayores o menores medidas de suspensión.

El rebumbio generado sobre la famosa nueva modalidad de contratación no es más que una estratagema empresarial para tapar su incumplimiento del acuerdo. Esa novedosa modalidad de contrato indefinido, que no fijo, que intentaron llevar a través de una ofensiva mediática a la mesa de diálogo, recuerda mucho al derogado contrato de fomento de principios de los años 80, y, como éste, elimina la causalidad en la contratación temporal. Tampoco serviría para romper la dualidad actual del mercado de trabajo, sino que establecería una tercera categoría. Además de fijos y temporales, estarían los indefinidos, figura, por otro lado, poco original que ya existe en la administración pública.

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El cumplimiento del acuerdo de 2006 corresponde ahora a los empresarios: convertir a más de un millón de trabajadores temporales en fijos, en vez de hacer fuegos de artificio para evitarlo, y con ello estaremos en niveles de estabilidad similares a los de nuestro entorno. Después se puede decidir si procede o no hablar de otras cosas.

Enrique Negueruela fue asesor del conselleiro de Traballo del anterior Gobierno de Galicia

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