Análisis:EL ACENTO

Cuatro Tours, cuatro

Se está convirtiendo en una tradición que Francia organice el campeonato tenístico de Roland Garros y la grande boucle ciclista para gloria de españoles. Este año, una lesión ha impedido que Rafael Nadal diera el asalto a su quinto Roland Garros consecutivo, pero el ciclista Alberto Contador sí que ha acudido puntual a la cita.

Cuatro Tours, cuatro. En orden de aparición en escena: Óscar Pereiro, Alberto Contador, que no pudo repetir el año pasado porque la organización de la carrera prohibió sobre bases muy discutibles la participación de su equipo, pero ahí andaba el veteranísi...

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Se está convirtiendo en una tradición que Francia organice el campeonato tenístico de Roland Garros y la grande boucle ciclista para gloria de españoles. Este año, una lesión ha impedido que Rafael Nadal diera el asalto a su quinto Roland Garros consecutivo, pero el ciclista Alberto Contador sí que ha acudido puntual a la cita.

Cuatro Tours, cuatro. En orden de aparición en escena: Óscar Pereiro, Alberto Contador, que no pudo repetir el año pasado porque la organización de la carrera prohibió sobre bases muy discutibles la participación de su equipo, pero ahí andaba el veteranísimo Carlos Sastre para confirmar que los viejos routiers nunca mueren. Y en 2009 el propio Contador ha reeditado suerte, completando los cuatro Tours consecutivos de apellido español.

Fuerza es reconocer que el ciclismo no vive sus mejores horas. Los escándalos del dopaje han herido una práctica deportiva de mala manera. Y los inventores de la competición francesa debieron de pensar que necesitaban un buen gancho para redorar viejos blasones, y como pintiparado existía un proyecto de anciano, Lance Armstrong, que por razones posiblemente emparentadas con la soberbia, creía que después de tres años de inactividad (y a punto de cumplir los 38) podía volver y conquistar su octavo Tour.

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Para nada conviene minimizar el palmarés de quien puede haber sido el mejor ciclista de la época contemporánea, lo que quiere decir después de Coppi. Pero sería ingenuo olvidar que la prueba estaba pensada para que el tejano tuviera posibilidades de ganarla. A ese fin, apenas florecían los finales en alto; se descafeinaba el Tourmalet en una tierra de nadie sin mordiente; del Alpe d'Huez, ni una postal; y se contaba con que el Astana, equipo de Alberto y Lance, se concentrara, como ha ocurrido, en amueblar la victoria del norteamericano, mientras el español tenía que hacer la guerra por su cuenta.

Nada de eso ha sido posible; un par de finales monticulados le han bastado para sentenciar a un Alberto Contador que apenas inicia una trayectoria que se promete orbital. Ahí queda el segundo de los Tours de un corredor directo, que puede ser el primero de una larga serie. El RIP para sus rivales.

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