En la intimidad con Gilberto Gil

El ex ministro brasileño se entrega sin perder la sonrisa a un aforo medio vacío

Ya lo advirtió. Su concierto iba a ser más íntimo, más suave. Lo cumplió con creces. Sin perder la sonrisa y con un delicado sentido del humor, Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) repasó su cancionero más clásico -con alguna novedad de su último disco- ante un público al que le costó entregarse, pero que se aceleró a ritmo de samba.

A diferencia de una gran parte de los asistentes, Gil apareció triunfal y puntual. Se acercó con pequeños brincos y sonrió. Era el presagio de una velada en la que el artista no perdió fuelle y se entregó bastante más que su público. Atrás quedaron el pol...

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Ya lo advirtió. Su concierto iba a ser más íntimo, más suave. Lo cumplió con creces. Sin perder la sonrisa y con un delicado sentido del humor, Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) repasó su cancionero más clásico -con alguna novedad de su último disco- ante un público al que le costó entregarse, pero que se aceleró a ritmo de samba.

A diferencia de una gran parte de los asistentes, Gil apareció triunfal y puntual. Se acercó con pequeños brincos y sonrió. Era el presagio de una velada en la que el artista no perdió fuelle y se entregó bastante más que su público. Atrás quedaron el político -fue ministro de Cultura brasileño de 2003 a 2008- y las inconveniencias del protocolo. Ayer volvió el músico, aparcó las rigideces y mostró el alma, un alma muy africana. Casi nadie se movió hasta la undécima canción, Gueixa no Tatame, cuando Gil por fin anunció: "¡Ahora comienza la samba!". Fue cuando el baile ganó terreno al aplatanamiento y el concierto se convirtió en fiesta. Con la mitad del aforo esperado vacío, -sólo vendió 1.200 entradas-, un espacio diáfano hubiese hecho las delicias de los más inquietos.

Gil estaba cómodo, "como en el salón de su casa", comentaba el público. Sin perder la sonrisa, dedicó varios minutos tras cada aplauso a hablar -en español- con su público. "Gracias", decía cada vez. Antes de tocar Super Homen compartió la historia de su creación. "Esta canción está relacionada con el cine", dijo nombrando a Pedro Almodóvar, que le miraba escondido bajo sus gafas de sol. "Un día, viendo Superman con Caetano Velloso, él se puso a cantar por encima de la banda sonora. Yo le escuché, pensé en ello y, cuando me fui a la cama, me puse a escribir. Lo que voy a tocar ahora es muy diferente de lo que concebí en aquel momento. A ver si os gusta. ¡Veamos!". Y el público arrancó en risas y aplausos. Fue un maestro.

Dio igual que su banda hubiese adelgazado -sólo cuatro músicos le acompañaron, entre ellos, su hijo Bem a la guitarra-; lo dio todo. El esperado Domingo no parque no llegó, pero compensó con Madalena, precipitando al público a un éxtasis de samba, reggae y funk del que les costó salir.

Gilberto Gil, durante la actuación de anoche en los Veranos de la Villa.SANTI BURGOS

BROMAS Y SAMBA CON GILBERTO GIL

Con un montaje austero, sin juegos de luces ni abalorios, y la mitad del aforo previsto (sólo vendió 1.200 entradas), Gilberto Gil no perdió la sonrisa durante su concierto y aprovechó el momento en el que afinaba su guitarra para bromear: "Es que con este calor las cuerdas de nailon se desafinan rápido". Risas. "Pienso ahora en las grandes bandas de rock que van con 20 guitarras, una para cada canción y ¡todas afinadas!". Y ahí se ganó al público.

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