El segundo matrimonio

Cuando se extendió por San Sebastián el rumor de que Víctor Bravo había ido a Las Vegas a casarse en segundas nupcias apenas causó sorpresa más allá del rubor. Entre quienes le conocían desde que en los años 70 cobraba recibos a domicilio para aumentar sus ingresos como auxiliar de Recaudación en la Diputación guipuzcoana, se entendió la elección de tan extravagante escenario como "un delirio de grandeza". Y fue entonces cuando tomó cuerpo la idea de que la unión sentimental de Víctor Bravo con Arantza Arbelaitz, entonces presidenta del Tribunal Económico-Administrativo de la Hacienda, coincid...

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Cuando se extendió por San Sebastián el rumor de que Víctor Bravo había ido a Las Vegas a casarse en segundas nupcias apenas causó sorpresa más allá del rubor. Entre quienes le conocían desde que en los años 70 cobraba recibos a domicilio para aumentar sus ingresos como auxiliar de Recaudación en la Diputación guipuzcoana, se entendió la elección de tan extravagante escenario como "un delirio de grandeza". Y fue entonces cuando tomó cuerpo la idea de que la unión sentimental de Víctor Bravo con Arantza Arbelaitz, entonces presidenta del Tribunal Económico-Administrativo de la Hacienda, coincidía con el estreno de su nuevo estilo de vida.

Desde que inició su progresiva escalada por el escalafón de la Hacienda foral al ex senador nunca le ha faltado un duro ni siquiera voluntad para demostrarlo. Así se le conoce una lujosa villa con piscina climatizada y ascensor en una finca de 1.200 metros cuadrados en la capital donostiarra que compró al constructor Luis Amenábar, su pasión por los coches deportivos de alta gama o su yate que le permiten engrasar sus excelentes relaciones.

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