Anegando el futuro
La vida y el paisaje del Reino de los Mallos, en Huesca, está amenazada por el anteproyecto del pantano de Biscarrués. Pueblos como el de Erés quedarán aislados y verán cómo sus tierras y su futuro desaparecen bajo las aguas como consecuencia de la destrucción de las riberas naturales del río Gállego y de la belleza de una zona emblemática que actúa como motor económico del desarrollo turístico en estos parajes. Cientos de empleos directos e indirectos se perderán sin una justificación suficiente para ello. Las aducidas necesidades de los regadíos monegrinos podrían cubrirse con la modernizaci...
La vida y el paisaje del Reino de los Mallos, en Huesca, está amenazada por el anteproyecto del pantano de Biscarrués. Pueblos como el de Erés quedarán aislados y verán cómo sus tierras y su futuro desaparecen bajo las aguas como consecuencia de la destrucción de las riberas naturales del río Gállego y de la belleza de una zona emblemática que actúa como motor económico del desarrollo turístico en estos parajes. Cientos de empleos directos e indirectos se perderán sin una justificación suficiente para ello. Las aducidas necesidades de los regadíos monegrinos podrían cubrirse con la modernización del canal de los Monegros y de los riegos con un sistema de balsas laterales.
La realidad nos enfrenta con la sospecha de que estas obras servirán para aprovechamientos hidroeléctricos que no tienen fines agrarios. Como el rocambolesco proyecto Gran Scala, en el que el Gobierno aragonés permanece empecinado a pesar de que, desde su gestación, se trata de un asunto lleno de sombras y disparates. La DGA parece dispuesta a sacrificar nuestra riqueza medioambiental a los despiadados dioses de la especulación y el mercadeo. Ahora que ya conocemos datos acerca de la repercusión negativa que el saqueo natural ha producido en el turismo de todo el país, Aragón pretende seguir nadando contra corriente por las aguas de la codicia y la sinrazón, despreciando a los bravos torrentes y pobladores de esta hermosa comarca.