Reportaje:

Todas las armas de Chrissie

The Pretenders despliega en La Riviera su abrumador catálogo rockero

Uff, menudo temperamento. Chrissie Hynde, la jefa de The Pretenders, tiene toda la pinta de pertenecer a ese colectivo de rockeros a los que conviene no incluir en la lista de enemigos. Actitud, la llaman los clásicos, y ella la desparrama por cada poro. Sólo así puede alguien aprestarse a cumplir 58 castañas aparentando, como poco, un cuarto de siglo menos.

La de Ohio se las sabe todas; incluso cómo sobrevivir al sonido nefasto de La Riviera durante la primera media hora de concierto. Tanto le dio; por algo proclama con orgullo su capacidad de fosfatinizar el cemento ...

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Uff, menudo temperamento. Chrissie Hynde, la jefa de The Pretenders, tiene toda la pinta de pertenecer a ese colectivo de rockeros a los que conviene no incluir en la lista de enemigos. Actitud, la llaman los clásicos, y ella la desparrama por cada poro. Sólo así puede alguien aprestarse a cumplir 58 castañas aparentando, como poco, un cuarto de siglo menos.

La de Ohio se las sabe todas; incluso cómo sobrevivir al sonido nefasto de La Riviera durante la primera media hora de concierto. Tanto le dio; por algo proclama con orgullo su capacidad de fosfatinizar el cemento (Break up the concrete) en su brillante nuevo álbum, el primero tras seis años largos de sequía.

Vaqueros ceñidísimos, corbata de nudo ancho sobre una camiseta de tirantes, el flequillo enturbiándole la mirada. Una banda de malotes consagrados. La ex de Ray Davies y Jim Kerr conoce bien sus armas y las afiló todas. Jugó las bazas del rockabilly macarra (Boots of chinese plastic), el blues pantanoso (Rosalee), el filón de la mujer-dura-pero-sensible (Love's a mystery) o la crónica de barrio, con un Back on the chain gang con el que a alguno se le cayeron los pantalones.

No ha sido una autora prolífica, pero en tres décadas ha firmado al menos dos docenas de piezas memorables y afianzado un decálogo rockero al que deberían recurrir, cual catecismo, las chicas que enchufan por primera vez sus guitarras eléctricas. Chrissie supo mostrarse anoche tierna, vitamínica (Night in my veins es más estimulante que cualquier compuesto químico) y abiertamente voluptuosa. Busquen la letra de Almost perfect y escojan bien la oreja junto a la que canturrearla. A ver qué sucede.

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