La Alhambra restaura y digitaliza el fondo que dio origen a su biblioteca

La colección de libros reúne 338 valiosas obras donadas por Romanones

José de Figueroa y Torres, vizconde de Irueste, murió el 11 de junio de 1901 en la Torre de la Justicia, en Granada. Ocho años después, su hermano mayor, Álvaro, conde de Romanones (Madrid, 1863-1950) y célebre político en la España del primer tercio del siglo XX, donó a la Alhambra la interesante biblioteca que reunió el vizconde, aficionado al arte y bibliófilo. Esos fondos fueron el origen de la colección actual del recinto monumental, que con más de 14.000 monografías, es hoy una de las más importantes de arte nazarí. Un siglo después de la donación del legado, la Alhambra ha restaurado es...

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José de Figueroa y Torres, vizconde de Irueste, murió el 11 de junio de 1901 en la Torre de la Justicia, en Granada. Ocho años después, su hermano mayor, Álvaro, conde de Romanones (Madrid, 1863-1950) y célebre político en la España del primer tercio del siglo XX, donó a la Alhambra la interesante biblioteca que reunió el vizconde, aficionado al arte y bibliófilo. Esos fondos fueron el origen de la colección actual del recinto monumental, que con más de 14.000 monografías, es hoy una de las más importantes de arte nazarí. Un siglo después de la donación del legado, la Alhambra ha restaurado esas obras, muchas seriamente dañadas, y las ha digitalizado. En dos o tres meses se podrá acceder a ellas a través de Internet.

Se cumple así uno de los compromisos adquiridos por el Patronato de la Alhambra en su plan director. Meses de minucioso trabajo por parte de un equipo formado por una docena de personas en el archivo y la biblioteca han logrado recuperar el esplendor de muchas de esas obras, además de garantizar y facilitar su acceso a generaciones futuras. Es el núcleo originario que dota de "singularidad" a la biblioteca de la Alhambra, explica María del Mar Villafranca, directora del Patronato. Catalogar, restaurar y digitalizar es el proceso seguido, aunque muy simplificado. Los restauradores Rubén Sánchez, Rosario Gomis y Rafael Lorente son los artífices de gran parte de esta delicada operación.

El legado del conde de Romanones está compuesto por 338 títulos, que constituyen un conjunto muy heterogéneo en tamaño, encuadernación y materiales. Su temática refleja los gustos por la historia local, literatura, arte e historia de España. Escritos muchos por viajeros extranjeros, reflejan la renovación de la imagen en el exterior de España y el interés especial que, sobre todo a partir del siglo XVIII, despertó la Alhambra.

Obras clave en la difusión del patrimonio histórico artístico español, un atlas del siglo XVI con dibujos realizados por más de un centenar de artistas, otro con láminas a color de Owen Jones sobre la Alhambra, fotografías de Clifford e incluso obras literarias entre las que destacan Viaje al Parnaso, de Miguel de Cervantes, o Canción de Navidad, de Charles Dickens, son parte de este legado. En todos un sello certifica su pertenencia al legado del conde de Romanones y la mayoría tiene también el ex libris del vizconde de Irueste. Ya se puede consultar a través de la página web del Patronato de la Alhambra uno de ellos: El incendio de la Alhambra, de Francisco de Paula Valladar (1890)

La colección acabó tras la muerte del vizconde en la casa que el conde de Romanones tenía en Murcia. La correspondencia entre un colaborador del conde y el entonces administrador del monumento, que se conserva en el Archivo Histórico de la Alhambra, da cuenta de la donación. Son cinco cartas en las que se hace referencia a las órdenes que había cursado el conde para que los libros permanecieran en la Torre de la Justicia, los estantes que mandó hacer para que fueran colocados en dicha estancia e incluso la salida, en agosto de 1909, de seis cajas facturadas con los libros desde Murcia con destino a la Alhambra. En la carta se podía leer: "No sabe usted con cuanta satisfacción mando los libros donde siempre estuvieron y de donde nunca hubieran salido de haber dependido de mí".

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