Reportaje:

La historia de Europa en abanicos

La Fundación Lázaro Galdiano expone una colección con piezas del XVIII y el XIX

Algunos de los más suntuosos abanicos de Europa se muestran al público hasta el 16 de agosto en el palacete neo-renacentista que, entre las calles de Serrano y María de Molina, alberga la Fundación Lázaro Galdiano. Con el esplendor de sus refinadas hechuras, esta exposición de 39 piezas procedentes de los más distinguidos talleres ingleses, italianos y franceses de los siglos XVIII y XIX persigue conmemorar el centenario de una de las plataformas culturales privadas de mayor solera de España, cuyo museo pertenece a la primera línea de los de Madrid. Surgió del tesón de un coleccionista singula...

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Algunos de los más suntuosos abanicos de Europa se muestran al público hasta el 16 de agosto en el palacete neo-renacentista que, entre las calles de Serrano y María de Molina, alberga la Fundación Lázaro Galdiano. Con el esplendor de sus refinadas hechuras, esta exposición de 39 piezas procedentes de los más distinguidos talleres ingleses, italianos y franceses de los siglos XVIII y XIX persigue conmemorar el centenario de una de las plataformas culturales privadas de mayor solera de España, cuyo museo pertenece a la primera línea de los de Madrid. Surgió del tesón de un coleccionista singular, el prócer del mismo nombre, que en el agónico final del siglo XIX quiso restañar las heridas causadas por la decadencia política hispana y eclipsarla con el destello de numerosas obras de arte y el más refinado ornato suntuario al alcance de sus posibilidades, que no eran, por cierto, escasas.

Cómplice de su pulsión colectora fue su esposa, la acaudalada triviuda argentina Paula Florido (1852-1931), que dio nombre al palacio convertido por ambos en potente foco de la vida cultural de la ciudad en los albores del siglo XX. Arte, lujo y sociabilidad reúne pues una selección de los 87 ejemplares de la colección de abanicos reunida por Paula Florido, que expresa la etapa de mayor auge de este adminículo personal asociado al mundo femenino, si bien fue compartido por los varones en sus orígenes, que algunos asocian a la civilización faraónica.

Los abanicos muestran su evolución tanto mecánica, en principio fueron de 90 grados de apertura, como plástica, al expresar las propuestas estéticas y los trasuntos figurativos más expresivos de cada época en su país, es decir, sobre la superficie de tela o papel que une sus varillas. Éstas eran en ocasiones de pedrería, nácar, marfil o mica transparente y a veces se integraban a la decoración del abanico mediante primorosos piqués y filigranas labradas con un esmero admirable, como la colección muestra.

Llama la atención un abanico realizado a propósito de la boda de Luis, Delfín de Francia, con la princesa española Teresa Rafaela, todo un documento de la política matrimonial franco-española. Por ende, los movimientos de abanico vertebraron un lenguaje versado hacia el cortejo galante, bien como reclamo seductor de la mirada, sea como potente parapeto para ocultar su rubor. La exposición ha sido organizada entre la fundación Lázaro Galdiano y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales del Ministerio de Cultura.

La colección de Paula Florido cuenta con 39 piezas. Sobre la puerta de acceso, un pericón o abanico de grandes dimensiones.GORKA LEJARCEGI

Cortejo galante

- Mover velozmente el abanico por parte de la dama significaba que mostraba un amor intenso por quien la contemplaba.

- Moverlo despacio implicaba que la dama estaba casada y que quien la miraba le resultaba indiferente.

- Cubrirse los ojos con el abanico alertaba sobre la vigilancia de terceros.

- Situar el abanico sobre los ojos demandaba: "¿Cuándo te puedo ver?".

- Ocultar el rostro con el abanico abierto quería decir: "Sígueme cuando me vaya".

- Abrir y cerrar aceleradamente el abanico exclamaba: "¡Cuidado, estoy comprometida!".

- Sujetarlo con ambas manos quería decir: "Es mejor que me olvides".

- Levantar los cabellos con el extremo del abanico significaba: "No te olvido".

- Cerrar el abanico de forma súbita y airada quería decir: "¡No, no y no!".

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