Reportaje:

La larga marcha de Peter Weir

El director rueda en Bulgaria una película sobre el infierno del 'gulag'

"A Peter le gusta mucho moverse, es un tipo al que no verás nunca quieto, pero en estas circunstancias...". Peter es Peter Weir, el director australiano, cinco veces seleccionado al Oscar, y ahora, seis años después de su último filme, Master and commander: al otro lado del mundo, de vuelta tras la cámara con su último proyecto. "Las circunstancias" de las que habla uno de los productores ejecutivos en pleno rodaje en Sofía (Bulgaria) no son otras que la lesión de rodilla que Weir se produjo bajando una pronunciada pendiente poseído por el entusiasmo, a pesar de sus 64 años. El médico d...

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"A Peter le gusta mucho moverse, es un tipo al que no verás nunca quieto, pero en estas circunstancias...". Peter es Peter Weir, el director australiano, cinco veces seleccionado al Oscar, y ahora, seis años después de su último filme, Master and commander: al otro lado del mundo, de vuelta tras la cámara con su último proyecto. "Las circunstancias" de las que habla uno de los productores ejecutivos en pleno rodaje en Sofía (Bulgaria) no son otras que la lesión de rodilla que Weir se produjo bajando una pronunciada pendiente poseído por el entusiasmo, a pesar de sus 64 años. El médico dictaminó que el australiano deberá permanecer sentado al menos un par de semanas. Todo esto no tendría ninguna importancia sino fuera porque el realizador de El club de los poetas muertos, Matrimonio de conveniencia o El show de Truman está en plena filmación de The way back, basada libremente en el libro de Slavomir Rawicz The long walk: the true story of a trek to freedom (publicado en España como La increíble caminata), y que cuenta la historia de la fuga de un pequeño grupo de prisioneros de un gulag ruso en los años cuarenta.

Ed Harris encabeza el reparto del nuevo filme del realizador de 'Gallipolli'

Quizá sea por su lesión o por la hiriente paradoja de estar dirigiendo una película sobre una fuga desde su silla de ruedas, pero Weir está especialmente taciturno, al igual que Ed Harris, vestido acorde con su papel, y tan metido en su personaje que pocos se atreven a acercarse mientras descansa. Colin Farrell, con dentadura de atrezzo y tatuajes de criminal soviético, y Jim Sturgess (Across the universe) parecen más relajados, al igual que la nueva sensación femenina, Saoirse Ronan (Expiación). "Rodar con Weir es maravilloso, estar aquí ya es un gran paso en mi carrera", asegura Sturgess a la una de la tarde en una carpa que sirve al equipo como comedor. Después de que dos miembros del equipo trasladen a Weir (silla de ruedas mediante) a la siguiente localización, un bosque a 30 minutos de la capital (en una secuencia que incluye un gigantesco tren de vapor de los de verdad, nada de efectos digitales) y de acomodar su pierna al escarpado paisaje, el equipo se dispone a seguir rodando, 16 horas después de que haya empezado el día de trabajo. "En principio, la película iba a ser una adaptación del libro. Pero en 2006 un documental de la BBC cuestionó la veracidad de algunos pasajes, así que decidimos hacer una película estilo Gallipoli [dirigida por Weir en 1981], donde colocamos a personajes de ficción en una situación real". Lo cuenta Keith Clarke, padre del proyecto, que junto a su esposa, Joni Levin, ha estado tratando de llevar esta historia a la gran pantalla "durante años". La producción arrancó hace seis semanas en Sofía, donde se ha construido un gulag y un bosque con 250 árboles, obra del diseñador John Stoddart, habitual de Weir.

El realizador australiano Peter Weir, en el rodaje en Bulgaria de The way back.
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