Análisis:ÁREA DE META | Ida de los cuartos de la Liga de Campeones

Semanas de Pasión

Me sucedió el pasado sábado, a eso de las 19.30, cuando esperaba en el cruce de las calles Urquijo y Doctor Areilza, a escasos 300 metros de San Mamés. Los seguidores del Athletic se iban acercando a La Catedral ataviados con todos sus símbolos y amuletos rojiblancos en forma de suave marea que se iba entonando para aportar todo su aliento a un equipo, a un club, que se preparaba para jugar la última final de esas cuyo premio es quedarse en Primera División. La pacífica marcha rojiblanca se cruzaba en este punto con otros colectivos que afinaban sus trompetas, ajustaban sus tambores y s...

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Me sucedió el pasado sábado, a eso de las 19.30, cuando esperaba en el cruce de las calles Urquijo y Doctor Areilza, a escasos 300 metros de San Mamés. Los seguidores del Athletic se iban acercando a La Catedral ataviados con todos sus símbolos y amuletos rojiblancos en forma de suave marea que se iba entonando para aportar todo su aliento a un equipo, a un club, que se preparaba para jugar la última final de esas cuyo premio es quedarse en Primera División. La pacífica marcha rojiblanca se cruzaba en este punto con otros colectivos que afinaban sus trompetas, ajustaban sus tambores y se cuidaban de que cada elemento de su indumentaria estuviera en el sitio correcto.

Los había vestidos de negro, de nazareno y oro, de azul celeste, de verde y blanco, y algunos con los colores locales, rojiblancos. No eran de ningún equipo, ninguna representación de la LFP, nada que ver con el balompié. Eran las cofradías que por estas fechas de Semana Santa desfilan por Bilbao al son de sus instrumentos de viento y sus tambores poderosos. ¿Procesiones en Bilbao? Ya sé que a muchos de ustedes les sonará a extraño y que Bilbao y pasos de Semana Santa parecen conceptos contrapuestos. Pero les aseguro que en la atmósfera de este sábado se mezclaban los cánticos de ánimo para el Athletic y las plegarias de los cofrades.

Para ganar está bien lo de las plegarias... Pero por qué no empezar por jugar al fútbol, aunque sólo sea un poco

Cuando llevaba un rato observando cruzaron delante de mí algunos buenos seguidores del Athletic que al ver mi atención en el asunto religioso me preguntaron acerca de cuál sería el paso con el que marcharía nuestro Athletic. Mi respuesta fue que con cualquiera que se refiriese a la Resurrección. Su aportación fue más sucinta quedándose con que nos vale con no pertenecer a la cofradía de la Pasión. Visto el partido que ganó el Athletic ese día y cómo lo consiguió, tengo la certeza de que alguno de los penitentes tuvo tiempo para incluir a los leones en sus peticiones y que San Mamés, obligado por las plegarias, utilizó sus influencias en el más allá para sumar tres puntos en el casillero del Athletic.

Y pensaba que son estos tiempos en los que ante la situación de los clubes, unos por manejar objetivos ambiciosos, otros por el simple instinto de supervivencia, asistimos a ese goteo de actos que buscan en la ayuda divina aquello que el juego y el balón empiezan a ponernos en duda. Ya saben, los hay que peregrinan a Montserrat y los que acuden al Cristo del Gran Poder, a la Virgen de los Desamparados (que bella advocación para esto del fútbol) o la de Aránzazu, todo sea porque su equipo suba, gane, no baje o se clasifique para la mejor competición europea. Peticiones diversas que más se llenan de promesas cuanto mayor es el estado de necesidad, cuanto más abajo estamos en la clasificación.

A todos ellos, a los del balompié, habría que decirles aquello que le decía Jesús a quien le pedía suerte para el sorteo de la lotería. "Hijo, antes que nada, para que te toque, compra un décimo". Pues eso, para ganar está bien lo de las plegarias y demás pero por qué no empezar por jugar, aunque sólo sea un poco, a ese bello juego que es el fútbol.

Yeste, a la izquierda, lucha por recuperar el balón con Scaloni.EFE

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