Reportaje:24 HORAS EN... DUBAI

Una oda a lo superlativo

Del mercado de las especias a la enorme torre Burj Dubai, una ruta por esta transfigurada ciudad árabe que se enorgullece de albergar lo más grande, lo más alto o lo más extravagante

Dubai ha pasado de la nada más literal a convertirse en uno de los destinos más demandados del mundo. Una fabulosa transformación que se debe al desarrollo de múltiples proyectos faraónicos, como el de las islas artificiales construidas a lo largo de su costa. Inmensas palmeras dibujadas sobre el mar, que emergen del fondo marino gracias al relleno de miles y miles de toneladas de roca y arena. Una obra titánica. Lo malo es que, ante tal fervor por construir y levantar edificios imposibles, es fácil volver a Dubai y no reconocerlo. A base de imaginación, empeño, rentas petrolíferas, mano de ob...

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Dubai ha pasado de la nada más literal a convertirse en uno de los destinos más demandados del mundo. Una fabulosa transformación que se debe al desarrollo de múltiples proyectos faraónicos, como el de las islas artificiales construidas a lo largo de su costa. Inmensas palmeras dibujadas sobre el mar, que emergen del fondo marino gracias al relleno de miles y miles de toneladas de roca y arena. Una obra titánica. Lo malo es que, ante tal fervor por construir y levantar edificios imposibles, es fácil volver a Dubai y no reconocerlo. A base de imaginación, empeño, rentas petrolíferas, mano de obra barata y capitales, este pequeño territorio de los Emiratos Árabes Unidos ha logrado situarse en el mapa y llenar el espacio en blanco que los británicos llamaron a principios del siglo XX el empty quarter -la región vacía- de proyectos opulentos, comerciales y delirantes. Pero de aquel paisaje mineral y aquella vida austera que admiró a los exploradores ingleses sólo queda un vago recuerdo. Dubai presume hoy de tener más atractivos que nadie en su pequeña geografía, más similitudes con Manhattan o Honk Kong que con cualquier otra ciudad árabe. Nada queda de las jaimas dispersas en el desierto bajo la bóveda celeste. Es una ciudad trepidante, construida bajo el mandato de lo superlativo, orgullosa de albergar lo más grande, lo más alto, lo más extravagante.

9.00 Dos kilos de oro al día

Para mezclarse un poco e impregnarse del color local, lo mejor es arrancar el recorrido por The Creek - (1), una ensenada que divide el centro histórico en dos. Cientos de abras, pequeñas embarcaciones a modo de taxis, cruzan de una orilla a otra por apenas 20 céntimos de euro y ofrecen una vista magnífica de Dubai. En la margen derecha mirando al mar se encuentra el Zoco del Oro (2) abierto todos los días desde las 7.00 (autobuses 5, 16, 19 y 20). Se trata de un trazado de callejuelas cubiertas en las que las joyerías se suceden hasta la saciedad. Se estima que se venden más de dos kilos de oro al día, a precios que resultan entre el 30% y el 80% más bajos que en Europa. A apenas dos minutos a pie se encuentra el Zoco de las Especias (3), uno de los últimos restos de mercado tradicional de Dubai, donde se encuentran todo tipo de condimentos, afeites, productos de estética naturales, remedios y un largo etcétera.

11.00 Un emirato tolerante

Dubai presume de ser tolerante con las costumbres de los extranjeros. Nada que ver con sus vecinos del oeste. Para dar fe de ello, todos los sábados, domingos, martes y jueves abre sus puertas, a las 10.00, la mezquita Jumeirah para el Entendimiento de las Culturas (4) (Albwardy Building, 2; 00971 423 00 00). Es una de las más antiguas del emirato y en ella se realizan visitas guiadas para explicar algunos principios del Islam y costumbres del emirato, y para admirar su arquitectura interior, inspirada en la tradición medieval fatimida, un espacio normalmente vedado a los no musulmanes.

12.30 Arañando el cielo

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La calle Sheikh Zayed Road conduce a las principales atracciones de la ciudad. Los transportes públicos no están pensados para turistas, así que lo mejor es coger un taxi (precios más que razonables) y recorrerla para contemplar las imponentes torres que flanquean la avenida. Todo un catálogo de arquitectura, de tinte muchas veces comercial. Las Emirates Tower (5) son uno de los primeros iconos de modernidad de la ciudad. Muy cerca de ellas termina de construirse Burj Dubai (6), el que será el rascacielos más alto del mundo, con una altura aún no definida, pero que podría alcanzar los 818 metros (su arquitecto, el estadounidense Adrian Smith, perteneció durante décadas a la firma Skidmore, Owings & Merrill). Para reponerse del vértigo, la Marina de Dubai (7), al final de la misma avenida, es un rincón tranquilo, rodeado de rascacielos, donde atracan yates de esloras magníficas y plagado de terrazas donde comer comida thai, árabe, china o italiana a precios asequibles.

15.00 Donde el leopardo es discreto

El Burj Al Arab (8) (Jumeirah Beach Road; www.jumeirah.com; 00971 43 01 77 77) es el impresionante y exclusivo hotel que presume de ser uno de los más lujosos del mundo. Construido sobre una isla artificial, el edificio representa la vela de un dhow (barco tradicional árabe) en el mar. Para su construcción no se escatimó en mármoles, mosaicos, panes de oro y todo tipo de ornamentos muy al gusto de la aristocracia del Golfo (un crítico, Jason Clampet, dijo que el leopardo "constituye el motivo decorativo más conservador"). Fuentes que expulsan agua y fuego, acuarios que albergan arrecifes coralinos, habitaciones entre 790 y 4.740 euros la noche; detalles, en fin, que superan el concepto de lo exclusivo. Existe la posibilidad de tomar algo en el Skyview Bar de la última planta, una atalaya a más de 300 metros de altura sobre el mar.

16.30 Siluetas flotantes

Para diversificar las fuentes de ingreso del emirato, una vez finiquitada la renta del petróleo, el príncipe de Dubai, Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum, diseñó una isla artificial con forma de palmera que fuera un centro de atracción para millonarios del mundo entero. El éxito fue tal que a ésta le siguen otras islas aún más grandes. La Isla de la Palmera (9) (Palm Jumeirah, frente a la Marina Dubai) acoge Atlantis, un resort con un parque acuático de 17 hectáreas, playas privadas y un recorrido arqueológico que reproduce lo que pudo ser la Atlántida, o el Ambassador Lagoon, un acuario a cielo abierto con más de 65.000 animales marinos.

19.30 El paraíso de las gangas

Todos los meses de enero y febrero se organiza en Dubai el Shopping Festival, repleto de actividades en torno a los grandes centros comerciales, que son uno de los verdaderos focos de atracción del emirato. En un país libre de impuestos, los precios caen hasta el 70% y es el momento de encontrar verdaderas gangas en uno de estos paraísos artificiales que incluyen pistas de esquí en pleno desierto, como el Mall of the Emirates (10) (www.malloftheemirates.com), o que, como el Ibn Batuta Mall (www.ibnbattutamall.com), evocan los viajes del legendario tangerino que le da nombre reproduciendo algunas de las ciudades que visitó. Ambos malls se encuentran en la Sheikh Zayed Road.

22.00 Ambiente oriental

Para poner punto final a un día cargado de estímulos y descubrimientos, nada mejor que relajarse en el ambiente zen de Miyako (11) uno de los mejores restaurantes japoneses de Dubai, situado en Deira, muy cerca de The Creek, en el hotel Hyatt Regency (Al Khaleej Road; http://dubai.regency.hyatt.com; 00971 42 09 12 34, abierto hasta la medianoche), en el que se sirven especialidades niponas únicas en la ciudad en un ambiente más propio de Tokio que de Oriente Próximo. Más información en www.dubaitourism.ae

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